Visita guiada al Monte del Templo
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Si queremos, podemos construir el 3er Templo, hoy.
Si queremos, podemos construir el 3er Templo, hoy.
Preparación Halájica para Ascender al Monte del Templo (Har HaBait) / Aviad Dvir
Ubicación: El puente de la entrada
A medida que ascendemos al Monte del Templo, debemos tener en cuenta y saber que la Kedushá (Santidad) y grandeza residen en este lugar en el que estamos a punto de entrar. El Talmud llama a dicho lugar: “el ojo del Creador del Mundo”, y declaró “…y mi corazón estará allí perpetuamente” (Melajim (Reyes) 1; 9, 3).
Ascender al Monte del Templo depara varios méritos: ser privilegiados de poder acercarnos a Hashem a través del lugar donde Él posa su presencia divina, y acercar el corazón del pueblo de Israel al punto más cercano con Hashem como es el Monte del Templo, al Beit HaMikdash (Templo) mismo y a la redención (gueulá) completa.
Debido a la santidad especial que existe en el Har Habait, hay leyes que definen quién puede visitar el lugar, los diferentes grados de quién es apto para ir alli, los preparativos necesarios para ascender y los límites dentro de los cuales se permite caminar para evitar (“Jas ve Shalom”), que alguien viole esa santidad del Monte del Templo.
Está escrito en la Torá: “…reverenciaréis Mi santuario”. (Devarim 19:30). Aprendemos de este versículo, la obligación de reverenciar el Templo y de honrar el lugar donde Él ha elegido morar. Este es un mandamiento positivo de la Torá. Este es el motivo por el cual está prohibido entrar allí con el único propósito de tomar un atajo. Por el contrario, vamos allí para cumplir una Mitzvá y para incrementar la santidad; por lo tanto, se acude al Monte del Templo con bellos atuendos, pero siempre con modestia, no se comporta a la ligera y en broma, así como no se escupe en el suelo.
Parte de la Mitzvá de reverenciar y respetar el Templo está relacionada con respetar el área del HarHaBait por lo que se prohíbe entrar allí con zapatos, así como se hace en Yom Kipur, que no se puede ascender con zapatos de cuero, y no se debe entrar con zapatos duros, “…Y los que respeten esto, serán bendecidos”.
Este lugar santo es una gran montaña, y el Beit Hamikdash (Templo) se ubicaba en un área relativamente pequeña. Como hemos dicho, está permitido, e incluso es una Mitzvá, acudir al Har HaBait siempre que uno esté libre de toda Tumá (impureza) que emane del cuerpo. Sin embargo, cualquier persona que se considere con Tumat HaMet (literalmente impureza de los cadáveres, cualquier persona que se considera ritualmente impura después de haber estado en contacto con un muerto) y cualquier persona que no sea judía, no se le permite ascender.
Hoy en día, todos tenemos Tumat HaMet a menos que rociemos las cenizas de una vaca roja, pero hasta entonces, está estrictamente prohibido entrar donde solía estar el Santuario y sus atrios: el atrio de Israel (Ezrat Israel) y, por orden rabínica, incluso el atrio de las mujeres (Ezrat HaNashim).
Sin embargo, si viniéramos a ofrecer hoy el sacrificio diario (korban tamid), o si comenzáramos a construir el Beit HaMikdash (Templo), entonces podríamos entrar, aun estando en estado de Tumá (impureza contraída por el contacto con un muerto), ya que, si vamos allí a realizar esta Mitzvá, la Tumá está entonces permitida siempre que afecte a toda la comunidad. Lo que significa en otras palabras que, si la mayoría de la comunidad se encuentra en estado de Tumá, esto no impide cumplir con las Mitzvot relacionadas con el Templo.
Actualmente, los judíos más religiosos que visitan el Monte del Templo no pueden ascender libremente, sino que están acompañados por la policía escoltas que conocen el camino. Esta ruta en sí es fija y cumple con las restricciones halájicas, ubicada a una distancia del Beit HaMikdash. Cualquiera que ascienda en un grupo escoltado por la policía quienes cuidan el lugar, puede estar seguro de que solo estará ingresando al Monte del Templo y no al sitio del Templo. Los turistas y judíos que no sean religiosos que ingresen al Har HaBait sin guías o escoltas, deberán tener sumo cuidado de no ingresar al Beit Hamikdash y a sus atrios (Azrot), y antes de su ascenso, deberán consultar con un guía respetuoso del tema quien les indicará hasta dónde se les permite entrar y hasta donde no.
Reseña Topográfica e Histórica / Avia Frenkel
Ubicación: Entrada al Monte del Templo (Har HaBait)
El Monte del Templo o Monte Moriá, es un domo bajo, que se eleva 743 metros sobre el nivel del mar, con una extensión descendente hacia el sur, en la colina de la ciudad de David. Al este del Monte del Templo se encuentra Monte de los Olivos, que se eleva 826 metros sobre el nivel del mar. Entre el Monte de los Olivos y el Monte del Templo se encuentra el Valle de Kidrón, que desciende hacia el sur y cuando llega a la cordillera Jebel Mukaber – Armón HaNatziv, gira hacia el este hacia el Mar Muerto. Al oeste del Monte del Templo se encuentra la colina occidental, el Monte Tzión, que alcanza un máximo de 765 metros, y sobre el cual ahora se ubica el Barrio Judío. Entre el Monte Tzión y Monte del Templo se encuentra el Valle de Tyropeón, que era la calle principal de la ciudad. El Valle de Tyropeón asciende desde el estanque de Siloé (brejat hashiloaj) en la Ciudad de David a través del valle de la plaza del Kotel (Muro de los Lamentos) y sus túneles, y continúa en la Ciudad Vieja en la Calle “Hagai”, o en árabe Calle “El Wad”, hasta la puerta de Damasco. Cualquiera que se pare y contemple el Monte del Templo) rodeado de montañas y colinas puede imaginar a los poetas de Jerusalén parados allí y escribiendo: “Una Canción de Ascensiones. Los que confían en Hashem son como el Monte de Tzión, que no caerá, (y) por siempre permanecerá. Así como los montes rodean a Jerusalén, así Hashem rodea a su pueblo, desde ahora y para siempre” (Tehilím 125, 1, 2).
El Rey David eligió el Monte del Templo como el sitio del Beit HaMikdash (Templo) aproximadamente 1000 años antes de Cristo. El Primer Templo fue destruido en el año 586 a.C. por los babilonios y reconstruido 70 años después por los judíos que regresaron bajo el liderazgo de Zorobabel, rey de Yehudá. El Segundo Templo estuvo sujeto al dominio de los persas, griegos y romanos.
El rey Herodes, el último de la dinastía Jasmonea, destruye el Templo y lo construye nuevamente. Se dice que aquel que no vio el templo de Herodes nunca vio una construcción hermosa en su vida. El rey Herodes colocó los cuatro muros de contención en los cuatro lados del Monte Moria, el Muro del Sur, Este, Norte y Oeste. Los enormes muros sostienen la explanada del Monte del Templo tal como lo conocemos hoy. La montaña natural, el Monte Moriá, sobresale en esta, sitio en el cual se ubica el Kodesh HaKodashim (Sanctasanctórum), justo debajo del Domo de la Roca que protege el lugar de máxima santidad. Esta roca, conocida en árabe como “Sakrah” y en hebreo como “Eben HaShtiá” (la piedra del fundamento), se considera el lugar desde donde se inició la creación del mundo.
El Segundo Templo fue destruido en el año 70 d.C. por el emperador romano Tito.
Jerusalén fue arrasada nuevamente, por el Emperador Adriano, en el año 135 dC.
exilió a los judíos de la misma y construyó un templo romano en el mismo sitio del segundo templo.
Jerusalén estuvo sujeta a numerosas conquistas y gobernantes. Los omeyas conquistaron la ciudad que en ese entonces estaba bajo dominio bizantino en el siglo VII d.C y construyeron la Mezquita Al-Aqsa en el Har HaBait a lo largo del Muro del Sur. En el año 691, el califa Abd al-Malik construyó la Cúpula de la Roca en el centro del lugar sagrado, una cúpula de plomo que conserva el lugar santo de los judíos.
Los cruzados establecen la Orden del Templo de Salomón en el lugar del templo, que alberga “los establos de Salomón”.
Tras la destrucción del Reino de Jerusalén de los cruzados, los musulmanes regresan a la ciudad durante lo que se conoce como “el período mameluco”. Los mamelucos restauraron las mezquitas de Jerusalén que fueron destruidas por los cruzados. Una gran cantidad de nuevas construcciones ayudaron a embellecer Jerusalén durante el Período Mameluco, algunas de las cuales nos son familiares hasta la actualidad, como los arcos colocados sobre cada tramo de escaleras que sube a la Plataforma Elevada, el “kos” (copa) – la fuente colocada entre el Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, Sabil Qaitbay y otras fuentes de agua potable y purificación ritual ubicadas en el Har HaBait (Monte del Templo), así como el Ablaq en la Puerta de los Mercaderes de Algodón, hecho de piedra roja, amarilla, negra y blanca, y los Muqarnas adornos ornamentales que son las estalactitas que adornan la más decorada de todas las puertas del Har HaBait (Monte del Templo) en la actualidad, la Puerta de los Mercaderes de Algodón.
El Período Otomano fue testigo de la restauración de los muros del Monte del Templo con la construcción del muro de la Ciudad Vieja por Solimán el Magnífico. También se agregaron baldosas de cerámica al edificio del Domo de la Roca. Durante este período, a los no musulmanes se les prohibió ingresar al Monte del Templo, y solo en el siglo XIX el Fatih (gobernador) turco permitió que los no musulmanes ingresaran al Monte del Templo, una medida que facilitó que se pudieran desarrollar investigaciones sobre el Monte del Templo por los arqueólogos británicos de la época.
Después de la Primera Guerra Mundial y hasta la Guerra de la Independencia, el Monte del Templo estuvo bajo el dominio británico. Durante este período, Monte del Templo se convirtió en el principal centro de incitación anti sionista bajo el liderazgo de la familia Al-Husseini. Con la caída del Barrio Judío ante la Legión Jordana en 1948, el gobierno sobre el Monte del Templo se transfirió a Jordania, que renovó el Domo de la Roca y reemplazó la cúpula plateada, con una cúpula de metal dorado. En 1994, el rey Hussein de Jordania dona una cúpula de oro puro.
En 1967, después de la Guerra de los 6 días, el Estado de Israel recupera el Monte del Templo como parte de la ciudad de Jerusalén regresan a la ciudad y al Har HaBait.
Descubrimientos de los Días del Segundo Templo / Oren Sapir
Ubicación: Centro Davidson
Escrito descubierto en el llamado “lugar de la trompeta” (Beit Tekiá)
El Prof. Biniamin Mazar realizó excavaciones al pie del Monte del Templo (Har HaBait) desde el sur y el oeste a principios de la década de 1970. Cerca de la esquina suroeste del Monte del Templo, descubrieron en las excavaciones ruinas de la piedra del parapeto de la esquina superior del Monte del Templo en una calle pavimentada. En otras palabras, la piedra angular superior del Monte del Templo fue la primera en ser empujada hacia la calle por los romanos durante el tiempo de la destrucción. En la piedra había una inscripción en el alfabeto hebreo cuadrado, ¡las mismas letras que usamos hasta el día de hoy! La inscripción está incompleta y se puede leer “lebeit hatekiya lej o lebeit hatekiya lehav…” (traducido – al lugar de tocar la trompeta o soplar). Hay desacuerdos con respecto a la última letra, y algunos sugieren que era la letra ‘jaf’, pero se cree más comúnmente que es la letra ‘bet’. Basado en la finalización con
– Jaf –, la palabra que falta es declarar y la explicación de la inscripción seria: “Este es el sitio para tocar la trompeta (con un shofar / trompeta) y (leajriz) anunciar”, y entre los anuncios, marcar el comienzo y el final del Shabat. La segunda lectura -con Bet – permite dos posibles terminaciones, (leavdil) diferenciar entre días regulares y días santos al sonar las trompetas. Y una posibilidad fascinante es (leavtil) “Distinguir o privar de un trabajo”, al pueblo como una señal para que la gente deje de trabajar porque se acerca el Shabat. El Tratado de Shabat Baraita del Talmud de Babilonia menciona el sonido de seis toques de shofar para marcar el comienzo del Shabat. Estos toques de shofar ‘distinguen’ a los trabajadores en los campos, las tiendas en la ciudad y a la nación en sus hogares.
Enseñan los sabios o como está escrito en la Mishná: seis toques de shofar en la víspera del Shabat.
El Primer toque: ordenar a la gente que deje de trabajar en los campos.
El Segundo: suspender el trabajo de aquellos que se encuentran en la ciudad y que los comerciantes cierren las tiendas.
El tercero es informarles que enciendan las velas de Shabat; esa es la declaración de Rab Natán.
Rabi Yehudá HaNasí dice: El tercer toque es para informar a aquellos que se ponen Tefilín a lo largo del día que se los quiten, ya que uno no se pone Tefilín en Shabat. Y suena una tekiá, y suena una teruá, y suena una tekiá, y acepta Shabat.
Esta piedra parece haber estado en la esquina suroeste del Monte del Templo, frente a los barrios residenciales de la ciudad. El Cohen que tocaba el shofar se paraba y miraba hacia el suroeste, frente a las casas de los residentes, justo encima del mercado central de la ciudad que estaba ubicado al pie del Monte del Templo, y una vez que tocaba el shofar, la paz y la tranquilidad del Shabat se asentaban en Jerusalén.
Yosef Ben Matityahu (Flavio Josefo) escribe en su libro “La Guerra de los Judíos” que: “la última torre del Templo fue construida sobre el techo de la cámara de los Cohanim, donde según la costumbre, uno de ellos se paraba y, al ponerse el sol, tocaba el shofar para anunciar el comienzo de Shabat y la noche siguiente, tocaba el shofar para marcar el final de Shabat…”
La piedra del sacrificio (Korbán)
En sus excavaciones en la década de 1970, el profesor Benjamín Mazar descubrió un segmento impresionante de la calle del mercado central que data del final del Segundo Templo, al pie del Muro Occidental, cerca de la esquina suroeste del Monte del Templo. En la calle, una pequeña piedra cilíndrica, de menos de 5 cm de altura, en la que estaba inscrito קרננ Korban (sacrificio) (¡con la letra Nun normal y no con la letra Nun final!) Debajo de la inscripción había una imagen de dos pájaros boca abajo sobre su cabeza. Se plantearon varias hipótesis sobre la piedra, pero la hipótesis más aceptada es que se trataba de una cuasi ‘factura de venta’ para alguien que compró dos pájaros como sacrificio (korbán). Se supone que las personas podían comprar sus sacrificios (korbanot) en una determinada tienda y recoger la compra más tarde, en el mismo sitio o en un puesto diferente, lo que les podía permitir continuar con su negocio sin tener que llevar el sacrificio a todas partes. La Mishná relata en el Tratado de Shekalim que, el vino para el sacrificio se comparaba en un sitio y el comprador que pagó por el vino recibía un “sello” como recibo del pago. El comprador entregaba el sello en otro mostrador que estaba repartiendo el vino para el sacrificio. Al final del día, se comparaba el número de ‘sellos’ con la cantidad de dinero que se recaudaba en el registro. Esta era una forma de control para evitar la corrupción con respecto a los sacrificios traídos al Templo. Se cree que la piedra encontrada en la excavación de la calle se usó para un propósito bastante similar: pájaros para el sacrificio que se compraban en un lugar, mientras que el “retiro” de los mismos era realizados en otro sitio, esto permitía controlar los fondos que llegaban a las tiendas para vender los sacrificios y una cierta prevención de malversación de los mismos.
El Soreg y el Heil
La explanada de Monte del Templo estaba abierta a todos: hombres y mujeres judíos y no judíos.
Sin embargo, el acceso al interior del mismo, al Beit Hamikdash y sus atrios interiores estaba permitido solo a los judíos que eran Tehorim de Tumat Met (ritualmente puro por haber esto en contacto con un muerto).
Dos formas de barrera mantenían separadas la plaza del Har HaBait (Monte del Templo) y el patio interior: el Soreg, una especie de valla baja, y el Heil, unos escalones.
Según la descripción de Yosef Ben Matityahu (Flavio Josefo), en el Soreg había un cartel en griego y latín que prohibía la entrada a los no judíos al patio interior del Templo. Este tipo de letrero de piedra con inscripción griega fue descubierto intacto en el siglo XIX por el diplomático y arqueólogo francés Charles Clermont-Ganneau en la pared de una casa al norte del Monte del Templo y actualmente se exhibe en un museo en Estambul.
También se descubrió un fragmento de otro letrero con inscripción griega durante el período del Mandato Británico, cerca del portón de los Leones y actualmente se exhibe en el Museo de Israel. El letrero servía como una advertencia a los visitantes no judíos para que no ingresaran a áreas prohibidas, “cualquiera que viole esta prohibición y entre en un lugar donde la entrada está prohibida estará sujeto a la pena de muerte, de acuerdo con el mandato bíblico: “El extraño que se acerque morirá”. (Bamidbar 1, 51).
Frente al templo del lado este / Oren Sapir
Ubicación: El punto más alto
Estamos parados al Este de Monte del Templo (Har HaBait), y nos ubicamos mirando hacia el Oeste de la entrada del Templo (Beit HaMikdash).
El Templo mira hacia el Este, y las personas que ingresan al mismo, entran de Este a Oeste, o sea que miran hacia el Oeste. Las puertas del Templo miraban exactamente hacia el Este, donde sale el sol en el equinoccio. Los rayos del sol llegaban al santuario incluso durante el invierno, cuando el sol brilla al Sur-Este, y durante el verano, cuando el sol brilla al Norte-Este.
Como describe el Talmud Yerushalmi que:
“Rab Aja citando a Rab Shmuel Bar Rab Yitzjak:
Cuánto se esforzaron los primeros profetas para hacer la puerta oriental, perfectamente de norte a sur, para que el sol diera exacto sobre ella y que los primeros rayos hicieran su aparición por la misma, tanto en el primer día de la estación del mes de Tevet como en el primer día de la estación de Tamuz. »
El primer portón por el que pasaban quienes ingresaban al Templo o Beit Hamikdash, es el portón del Atrio de las Mujeres, una de las trece puertas de entrada al Monte del Templo. Por este portón pasaba el pueblo de Israel que habían sido purificados de la impureza de los muertos o Tumat HaMet.
Quince escalones separaban el Atrio de las Mujeres del Atrio de Israel y Cohanim y en lo alto de estos escalones los Levitas, se colocaban mirando hacia el este y acompañaban el servicio del Templo cantando los 15 famosos Salmos de alabanza: Canto de Ascenciones o Shir _HaMaalot, extraído del libro de Salmos. Como se sabe, las puertas de Nicanor llegaron milagrosamente a Tierra Santa cuando Nicanor las trajo de Alejandría, Egipto.
En el Atrio del Templo, llamado la Azara, había dos elementos fundamentales para el servicio que en él se realizaba: el Altar de los Sacrificios o Mizbeaj HaOla, también llamado Altar de Piedra, que se encuentra afuera frente a la entrada del Templo y en el que se ofrecían los sacrificios de los animales o Korbanot. El segundo elemento era una Fuente de cobre, o Kiyor que los Cohanim usaban para lavarse las manos y los pies. En la parte occidental del Atrio, se encuentra el Ulam que conducía a la entrada del Santuario (Mikdash) a través del Hall, mirando hacia el este.
En el Santuario del Templo, había otros tres elementos:
1) La mesa de los panes o Shuljan Lejem HaPanim, que estaba ubicada en el norte; de ahí proviene la frase: “El que quiera enriquecerse, que mire hacia el norte”. Cada viernes se ponían sobre la mesa dos panes o jalot como ofrenda »
2) El candelabro o Menorá, estaba ubicado en la parte sur del Santuario, y se encendía todas las noches. De allí la frase: “Quien busque la sabiduría, que mire hacia el sur y por esto la Menorá está colocada en el sur “. Todas las mañanas el Sacerdote o Cohen limpiaba las lámparas, les echaba aceite y las preparaba para encenderlas, y todas las noches se encendía la Menorá. Estaba prohibido usar la luz que emanaba de la Menorá, y en recuerdo a esto aún hoy está prohibido utilizar la luz de las velas de Janucá. Según Maimonides, el servicio de encender las lámparas de los candelabros es kosher incluso si quien lo realiza no es un sacerdote o Cohen.
3) En el centro del Santuario, mirando al este, estaba el Altar del incienso o Altar de oro, o altar interior en el que seba el Incienso del Ketoret.
Y al oeste del Santuario, una Cortina de brocato o conocida también como el Parojet que separaba el Santuario o Mikdash, del Sancta Sanctorum o Kodesh HaKodashim que era el lugar más santo o sagrado de todos. Alli se encontraba el Arca de la Alianza o Arón HaKodesh, con sus dos motivos de Querubines que estaban ubicados sobre su tapa.
En las tres festividades de Pesaj, Shabuot y Sucot, los Sacerdotes o Cohanim, abrian la Cortina (o parojet) y descubrian el Sancta Sanctorum. Al realizar esto, todos los judíos que habían llegado peregrinando y se encontraban presentes, tenían el mérito de ver directamente, desde el Atrio de las Mujeres, el lugar más Sagrado el Sancta Sanctorum, cumpliendo así el mandamiento de las fiestas de peregrinación o Aliá LaReguel: “…ver y ser visto…”.
“Cuando los hijos de Israel subían al Templo durante las fiestas de peregrinación – se les corría la cortina y se les mostraban los querubines, que estaban entrelazados uno dentro del otro, y se les decía: “Mirad este sitio que está ante Di-s con amor, como el afecto entre un hombre y una mujer”.
En los días del Segundo Templo, no estaba el Arca de la Alianza (Arón HaKodesh), sino una piedra conocida como la Piedra Fundamental (Eben HaShtiá ). Así, describe la Tosefta: “Había allí una piedra desde los días de los primeros profetas, y se llamaba “Shtiá”, elevada tres dedos sobre el suelo. En el principio se colocaba el Arca de la Alianza sobre ella. Pero una vez que se el Arca ya no estuvo más, quemaban sobre la Piedra el incienso que se ofrecía en la cámara interior”.
Otro servicio de los cohanim que estaba directamente relacionada con el Templo, pero que se realizaba en la parte exterior, fue la quema de la Vaca Roja o Pará Adumá. Se realizaba en Monte de los Olivos (Har HaZeitim) ubicándose en línea recta desde la entrada Este del Templo hasta dicho Monte. Allí estaba el lugar donde se quemaba la vaca roja cuyas cenizas purificarían al pueblo de Israel de la impureza espiritual adquirida al haber estado en contacto o cerca de algún cadáver (Tumat HaMet).
Ubicándose en esta posición específica, el cohen que realizaba este servicio llegaba a ver el santuario con sus propios ojos, mientras realizaba la quema de la Vaca Roja (o Pará Adumá). La purificación de las personas con Tumat HaMet, se realizaba mezclando las cenizas de la vaca roja con agua y otros ingredientes; y estas aguas eran rociadas en la persona, lo cual se realizaba con la ayuda de un hisopo que se sumergía en la misma. Este acto podía ser realizado incluso por aquellos que no eran Cohen.
El primer Muro de los Lamentos/ Pinjas Abramovitch
Ubicación: Tramo superior de las escaleras Noroeste de la Plataforma
La superficie del Monte del Templo (Har HaBait) era la de un cuadrado de “500 x 500 codos” (unos 250 metros cuadrados). Hacia el final del período del Segundo Templo, ese área fue aumentada por el rey Herodes y sus sucesores, quienes anexaron a la misma, las laderas naturales de la montaña en tres direcciones: sur, norte y oeste, duplicando así su extensión. La Explanada del Monte del Templo, tal como la conocemos en la actualidad, es la que fue ampliada por el rey Herodes y no parece haber señales que marquen el área o los limites del antiguo sitio sagrado del Monte del Templo, o el llamado “Cuadrado Santo”. La identificación de este lugar es un tema que ha ocupado a muchos investigadores y dictaminadores de la ley judía (Poskei Halajá) ), incluidos aquellos que identificaron indicios topográficos y arqueológicos que son visibles sin ninguna excavación arqueológica organizada, como por ejemplo, cuando se encontró una hilera de piedras expuestas.
Los investigadores del Monte del Templo advirtieron que esta hilera de piedras sobre la que estamos parados, sería el primer peldaño de la escalera noroeste que ascendía a la plataforma elevada en el centro del Monte. Esta escalera está hundida en el suelo del Monte del Templo y conduce a la altura más baja de la plaza de la montaña.
Según la hipótesis de estos investigadores, esta hilera de piedras no es una escalera, sino parte de un muro de contención: un segmento de la hilera superior de piedras del antiguo Muro Occidental del Monte del Templo (hoy Muro de los Lamentos), antes de su expansión.
Varias características arqueológicas respaldan la afirmación de que esta escalera fue de hecho, parte de la antigua muralla:
En Primer lugar, el escalón inferior de la escalinata Noroeste está hecho de piedra tallada grande, mientras que todos los demás escalones de dicha escalera que llevan al nivel superior, están hechos de piedra más pequeña, más comúnmente utilizada en la construcción y pavimentación del Monte del Templo.
En segundo lugar, las escaleras que conducen desde la explanada del Monte del Templo hasta la plataforma están todas construidas en una fila paralela a la pared de esta meseta y se alinean con ella en línea recta. Solo nuestras escaleras, al Noroeste, no corren en línea recta, paralelas al Muro Occidental del Monte. Aparentemente, todas las escaleras en el tramo Noroeste están construidas sobre la capa inferior, una antigua hilera de rocas que se erigieron antes de la construcción de la explanada del Monte.
Otras características conectan esta hilera de piedras con el antiguo Muro Occidental que existía antes de la expansión del Monte del Templo en la época del rey Herodes.
Es difícil distinguir hoy el lado de las piedras de este primer escalón porque está oculto por el piso del Monte del Templo, y solo el borde de las piedras está expuesto. Sin embargo, hay fotos antiguas del Monte del Templo que muestran cómo las piedras de este primer escalón fueron cortadas toscamente, algunas no perfectamente lisas o ligeramente abovedadas en los costados. Pero coincidentemente, este cincelado tosco es característico de las piedras de mampostería pre-herodianas, similar a las piedras antiguas que hay en los patios del muro este del Monte del Templo hoy, a diferencia de las piedras trabajadas de la época de Herodes, talladas con un cincelado minucioso y algunas de las cuales tienen lados lisos, abovedados y bien pulidos, como es el caso de las piedras del Muro de los Lamentos (Kotel) en la actualidad.
Más importante aún, como se mencionó anteriormente, el Monte del Templo fue expandido por el rey Herodes y sus sucesores en tres direcciones: Sur, Norte y Oeste. Solo en el lado Este del Monte no se extendió el área; por eso el Muro Oriental del Monte del Templo conserva hasta hoy la antigua área original.
Es interesante notar que la hilera de las piedras de las cuales se ha estado hablando es perfectamente paralela al Muro Este del Monte del Templo, y está exactamente distante a quinientos codos de él , que es la longitud del área sagrada del Monte del Templo. 500 por 500 codos en codo pequeño de 52 cm (cincuenta y dos centímetros) era la medida utilizada en el Monte del Templo y en edificios del período del Primer Templo. Por lo tanto, esta hilera de piedras se encuentra exactamente donde esperaríamos encontrar los restos del primer Muro Occidental.
También notaremos que, para nuestra sorpresa, la hilera de grandes piedras talladas no ocupa todo el ancho del escalón inferior.
El extremo norte del escalón inferior está construido con piedras más pequeñas similares a las piedras con que construyeron el resto de los peldaños de la escalera. De acuerdo con esta y otras pistas, planteamos la hipótesis de que la línea donde terminan las piedras grandes es el extremo norte del antiguo Muro Occidental, y es precisamente en esta línea donde termina el antiguo Muro Occidental y emerge de él, el antiguo muro norte. Si es así, este punto sería, en el área del antiguo Monte del Templo, la esquina Noroeste del “Cuadrado Santo”.
No sabemos cuál fue la función del antiguo Muro Occidental después de la expansión del Monte del Templo (Har HaBait). Es posible que la antigua muralla se haya integrado en la construcción que se realizó en este lugar después de dicha expansión durante la era de Herodes o quizás más tarde. También es posible que fuera aún más alto y que sus capas superiores fueran desmanteladas y solo un nivel inferior del Muro se integró en la plaza del Monte del Templo Herodiano. De una forma u otra, los pocos restos que hoy se asoman desde el Monte del Templo actual revelan pistas interesantes sobre la estructura y construcción del antiguo Monte del Templo.
El Templo según el profeta Yejezkel (Ezequiel) / Pinjas Abramovich
Ubicación: Shed at the Entrance
Yejezkel fue profeta durante la destrucción del primer Templo y durante el exilio babilónico. Durante su estancia en Babilonia, “en el año veinticinco de nuestro destierro”, el profeta experimenta una profecía en la que es llevado a Jerusalén donde un ángel enseña la forma del Templo y le dice:
“Hijo de hombre, mira con tus ojos, escucha con tus oídos y presta atención a todo lo que te muestro. Porque fue para demostrarte que te trajimos aquí. Informa todo lo que veas a la casa de Israel.”
El edificio descripto en la profecía de Yejezkel se parece al Primer Templo o Primer Beit HaMikdash en su estructura general, ya que también está compuesto por un patio interior, el Santuario y el Sanctasanctórum o Kodesh HaKodashim.
Sin embargo, el Templo de la Profecía de Yejezkel, es mucho más grande de lo que según se sabe, era el Primer Templo. Los patios del templo que describe el profeta, son grandes y se encuentran uno dentro del otro, a diferencia del Templo con el que estamos familiarizados, y en el que el patio interior está contiguo al Santuario y el patio de las mujeres se yuxtapone a él desde el Este. En la visión de Yejezkel, el tamaño del patio interior es de 500 codos por 500 codos, las mismas dimensiones que todo el Monte del Templo en la época de los Jashmonaim. Las puertas del templo de Yejezkel también son gigantescas. El Monte del Templo en la profecía de Yejezkel es cuadrado con una longitud de 500 varas de 6 codos cada una. Es decir, en total 3000 codos de cada lado, es decir un cuadrado de un kilómetro y medio por un kilómetro y medio.
El segundo Templo, fue construido por los exiliados que regresaban de Babilonia después de los tiempos de Yejezkel, fue edificado según la visión de Yejezkel, pero sus dimensiones no correspondían a las de su profecía.
El Malbim, uno de los comentaristas de la Torá, explica que, a los ojos de los cautivos en el exilio, la profecía de Yejezkel simbolizaba un estado ideal de plenitud espiritual que ellos, los cautivos en el exilio, aún no habían alcanzado. Sin embargo, el Rambam (Maimónides) sostenía que los exiliados no entendieron todas las descripciones que el profeta realizó ya que muchas de ellas estaban escritas solo a través de insinuaciones que las mantenían ocultas. Pero a pesar de esto, cuando construyeron el plano arquitectónico del Segundo Templo, incorporaron varios elementos de la profecía de Yejezkel que eran comprensibles para ellos, y en particular las descripciones que se encuentran en el tratado talmúdico de Midot.
Por ejemplo: El muro exterior del Monte del Templo era más bajo en la parte oriental que en los otros lados del muro, según lo que está escrito en Yejezkel 40:5-6:
“Y he aquí, que por el exterior del Templo había un muro, todo alrededor y en la mano del hombre había una caña de medir de seis 6 codos (o amot) de largo, un codo y un palmo (un ama y un tefaj) de ancho; midió el ancho del edificio, que era una caña, y su altura, una caña. Luego caminó hacia la puerta que se abre hacia el oriente; subió los escalones y midió la jamba de la puerta, una caña de ancho, y la otra jamba, también una caña de ancho”.
Otro ejemplo se encuentra en las cámaras que estaban en las cuatro esquinas del gran Atrio (o Ezrat) y el Atrio de las mujeres (o Ezrat Nashim ); estos atrios estaban dedicados al servicio de sacrificios (o Korbanot), como se ve en el texto de Yejezkel, capítulo 46:21-24:
“Luego me sacó al atrio exterior y me llevó por los cuatro rincones del Atrio; y he aquí, en cada rincón del Atrio, había un Atrio. En las cuatro esquinas del Atrio había Atrios cerrados de cuarenta codos de longitud y treinta de ancho; una misma medida tenían los cuatro (…) Y había una pared alrededor de ellos, alrededor de los cuatro, y abajo fogones alrededor de las paredes.
Y me dijo: “Estas son las cocinas, donde los servidores de la casa cocerán la ofrenda del pueblo”.
Las dimensiones del atrio de Israel y del atrio de los Cohanim son 11 codos, como el espacio que ocupa el ancho del Ulam (gran atrio) que lleva al Santuario del templo de acuerdo con la profecía de Yejezkel. Es aún más importante señalar que, según la profecía de Yejezkel, el área del atrio exterior es de 500 codos por 500 codos y la del Monte del Templo (Har HaBait) es de 500 cañas por 500 cañas. Ahora bien, según la Mishná (o tradición oral), en el tratado de Midot, el área del Monte del Templo era igual a la del atrio exterior en la profecía de Yejezkel, 500 codos por 500 codos. Esta área, derivando su fuente en la profecía de Yejezkel, fue preservada para el Monte del Templo cuya santidad es como la del campamento de los Levitas, aún después de la extensión del Monte del Templo por el rey Herodes y sus hijos al final del período del segundo Templo, siendo inspirado por la profecía del Yejezkel.
El Atrio de las Mujeres (Ezrat nashim), las Cámaras y el Santuario / Oren Sapir
Ubicación: al Noreste de la plataforma elevada
Ahora observamos hacia el oeste, ante las puertas del Atrio de las Mujeres (Ezrat Nashim), el atrio oriental del Templo.
El atrio de las mujeres tenía un área cuadrada de 135 codos por 135 codos, o sea, unos setenta metros cuadrados; está escrito en el Tratado Talmúdico de Midot, capítulo 2: “El atrio de las mujeres tenía 135 Amot (codos) de largo y 135 Amot (codos) de ancho”.
Aunque el nombre de esta explanada es “el atrio de las mujeres”, cabe aclarar, que este atrio estaba dedicado tanto a hombres como a mujeres. ¿Por qué entonces se recalcaba que era de las mujeres”? Se asume, que en referencia al balcón que estaba alrededor y en el que las mujeres podían miraban el servicio realizado en el Templo: “para que las mujeres asistieran desde arriba, y los hombres desde abajo, y que no se mezclaran.“
El atrio de las mujeres servía, entre otras cosas, como lugar de preparación para subir al altar (mizbeaj), antes del inicio del servicio del Templo y de los sacrificios (korbanot). También es probable que las personas que venían a ofrecer sus sacrificios (korbanot) también terminaran sus preparativos dentro de esta vasta extensión.
Las cuatro esquinas del Atrio de las Mujeres sirvieron como cámaras: una especie de cámaras operativas y de administración del Templo para aquellos que traían varios sacrificios y para el almacenamiento del Templo, como lo describe la Mishná.
¿Para qué se utilizaban?
Al Sureste: estaba la cámara de los Nazareos (nezirim):
Es allí donde estos cocinaban su sacrificio de paz llamados shlamim, donde se cortaban el cabello y lo colocaban debajo de la caldera.
Al Noreste: la cámara de la madera.
Aquí, los Sacerdotes o Cohanim que no eran aptos para el servicio del Templo, tenían como función sacar los gusanos de la madera, ya que la madera en la que se encuentra un gusano no es apta para ser quemada en el altar.
Al Noroeste: la cámara de los leprosos (Metzoraim).
En el Suroeste: Rabí Eliezer ben Yaacob dijo: Olvidé para qué era.
Aba Shaul dijo: es allí donde se almacenaba el aceite y el vino; se llamaba la cámara de los Aceites.
Una tradición establece un vínculo entre la familia del Nasi y la cabaña de madera que estaba ubicada en la esquina noreste del Atrio de las Mujeres, es decir, un poco al noroeste de nosotros, en algún lugar entre los árboles.
Según una tradición transmitida dentro de la familia del Nasí, la cámara de la madera era la entrada a una cueva o espacio subterráneo en el que Yoshiyahu, rey de Yehudá, habría escondido el Arca de la Alianza, incluso antes de la destrucción del primer Templo. Siguiendo esta tradición, los miembros de la familia real solían realizar postraciones especiales frente a la cámara de la madera, que había sido instituida después de la renovación del Templo por los Jashmonaim. Incluso, una Mishná en el tratado de Shekalim habla de un Cohen que había descubierto la entrada a la cueva en un lugar donde el piso de la cámara no era estable, pero este murió repentinamente antes de que pudiera revelar su existencia a otros y dejó el secreto del Arca de la Alianza enterrada bajo el Monte del Templo para las futuras generaciones.
El Atrio de las Mujeres (o Ezrat Nashim) ocupó un lugar central durante el servicio del Templo que se llevaba a cabo en la festividad de Sucot, durante el regocijo de la extracción de aguas (o la Simjá Beit haShoevá ). Los días laborales de dicha festividad, denominados Jol haMoed, el pueblo descendía al Estanque de Siloé en las laderas de la ciudad de David, y desde allí extraían el agua y la llevaba al Templo con inmensa alegría, bailando, cantando, tocando música y orando por las lluvias del próximo año. Una Mishná en el tratado de Sucá describe la enorme alegría que se vivía, así como los muchos preparativos que realizaban en el Atrio de las Mujeres en preparación para la Simjá Beit haShoevá:
“Al final del primer día de la festividad de Sucot, se descendía al Atrio de las Mujeres o Ezrat Nashim y se realizaba una gran reparación en el lugar. Allí había candelabros de oro, con cuatro tazones de oro encima y cuatro escaleras para cada uno de estos candelabros. Allí subían cuatro de los mejores niños de los Cohanim quienes agarraban jarras de 120 Log llenas de aceite las cuales vertían en cada uno de los tazones. Y con los pantalones y cinturones gastados de los Cohanim hacían mechas y con ellas encendían los candelabros. No había en ese momento un solo patio en todo Jerusalén que no estuviera iluminado por la luz de la Simchá Beit haShoevá.”
El canto de los Levitas que acompañaba a las ofrendas / Rab Eliahu Weber
Ubicación: punto elevado cerca de la arboleda
La Cúpula de la Cadena es una cúpula muy baja, y es la que marca el sitio de entrada al Templo Girando hacia el este, ligeramente al norte, se puede encontrar el lugar donde estaba el altar. La parte del altar que sobresale hacia el sur, marca la rampa que los Cohanim subían con gran rapidez y sumo cuidado, llevando las partes de los animales sacrificados, uno tras otro, junto con las ofrendas de harina.
Después de traer los sacrificios llamados en la lengua hebrea “Olá” y “Shelamim” (cada uno de los cuales tenía una función diferente), los Sacerdotes o Cohanim traían la ofrenda de harina que acompañaba a los mismos y luego vertían el vino sobre el altar. En las ofrendas públicas, los levitas se paraban dentro del atrio o Azará, al este del altar, y realizaban cánticos en honor a Aquel que mora en el Templo. Estos cánticos acompañaban el servicio del Templo todos los días en las ofrendas diarias (denominadas “Tamid”) (diaria) de la mañana y de la tarde. En Shabat y días festivos, el canto de los Levitas también acompañaba las ofrendas adicionales, las llamadas “Musaf”. Este canto también servía como una señal que anunciaba el final del servicio de sacrificios, ofrendas de comida e incienso (ketoret) en el santuario.
El cántico que los Levitas entonaban diariamente en el Templo se conocía de antemano ya que poseían un horario organizado. Esos cánticos los Levitas lo realizaban con diferentes instrumentos como la lira, arpa y címbalos. Como se describe en los Salmos:
“Elevad vuestra voz en cántico, y haced sonar el tambor, el arpa y el laúd”. (81, 3)
La explicación de este versículo es así: “Elevad vuestra voz en cántico”: es el cántico realizado y “haced sonar el tambor”: el címbalo, “el arpa dulce y el salterio”: estas son las nueve arpas, “el laúd”: son las dos liras.
Para anunciar el comienzo del servicio de cánticos, los Sacerdotes Cohanim se paraban en sus lugares con una trompeta en cada mano y tocaban un toque continuo y largo (tekiá), un toque de 9 sonidos cortos en sucesión (teruá), luego un toque continuo y largo (tekiá) era entonces cuando toda la nación en el Templo se prosternaba. El Cohen que estaba a la cabecera del altar consagraba el vino de la libación vertiéndolo y al mismo tiempo los levitas comenzaban sus cánticos.
En medio del canto, el que dirigía el coro señala un descanso, y los Levitas renuevan el toque de la trompeta realizando una Tekiá, Truá, Tekiá y toda la nación en el Templo se prosternaba por segunda vez y los levitas retomaban sus cánticos. Más adelante, se realizaba otra pausa más, durante la cual los Levitas tocaban la trompeta y la gente en el Templo se prosternaba nuevamente, continuando luego con el cántico interrumpido. Es así como se llevaba a cabo el servicio de los Levitas todos los días en el Templo, durante el verano y el invierno, en la mañana y en las tardes. Este bello servicio de canto y loación de los Levitas se suspendía cuando el sacrificio diario denominado “Tamid” era cancelado, y a pesar de esto no se impidió a los Levitas elevar su voz en melodía, hasta el momento mismo de la destrucción. Ellos seguían cantando todos los días, hasta que llegó el momento día de la destrucción, momento en el que estaban entonando el salmo “Un Di-s que toma venganza es Hashem; Di-s de la venganza haz aparición” y antes de que pudieran completar todo el cántico del salmo 94 el Templo fue destruido.
La canción de los levitas en Rosh Jodesh (el primer día del mes) y en días festivos
El primer día del mes y los días festivos, se le sumaba al canto de los Levitas instrumentos de viento como las trompetas, las cuales aportaban un fondo especial entre las diferentes entonaciones y coros que resonaban en el Templo, creando así una armonía completamente nueva e inspiradora. En los momentos en los que se rezaba el “Hallel” (cánticos de alabanzas especiales de estos días) las flautas eran las acompañantes, añadiéndole más belleza y esplendor a toda esta orquesta. La Canción de los Levitas era escuchada a lo lejos, según nos enseñaron nuestros sabios en la Mishná en el Tratado de Tamid:
“… Desde Jericó escuchaban el sonido de la flauta, desde Jericó escuchaban el sonido del címbalo, desde Jericó escuchaban el sonido la melodía y el canto, desde Jericó escuchaban el sonido del shofar…”
En la víspera de la festividad de Pesaj, la melodía de los Levitas acompañaba el sacrificio o korbán de Pesaj. Los Levitas se ubicaban de pie, loando, cantando y entonando en armonía con las liras, el arpa, la trompeta y la flauta mientras que se realizaba el sacrificio (Korbán) de Pesaj en el atrio. El llamado Korbán Pesaj en la lengua hebrea era ofrecido por tres grupos de Cohanim diferentes y cada vez que un grupo entraba en el atrio, los Levitas comenzaban el “Hallel” desde el principio. Después de entonar todo el “Hallel, comenzaban a cantar y tocar en armonía con todo el corazón.
Durante la fiesta de Sucot
El Templo rebosaba de alegría en la época de la festividad de Sucot. Diferentes costumbres y actos se realizaban en esta alegre temporada, y una de las costumbres era colocar alrededor del Altar o Mizbeaj, largas ramas de sauces. Otra costumbre era que, durante el canto del “Hallel”, por la mañana y durante la libación de vino, se vertía agua sobre el altar como ofrenda de libación. Era bello observar cómo todo el pueblo tomaba su Lulav entre las manos, se inclinaban y prosternaban para agradecer al Señor de este mundo por toda la bondad que brindaba a su pueblo.
El Templo estaba envuelto en la fragancia del verdor que emanaba de las frescas ramitas de sauce erigidas a los lados del altar, a su vez, el pueblo daba vueltas alrededor del altar (mizbeaj) y en sus manos, el Lulav (rama de palmera), Hadasim (las ramas de mirto), Arabot (ramas de sauce) y el Etrog. Al mismo tiempo los Levitas entonaban sus cánticos con el acompañamiento de violines, arpa, trompetas y flauta. Cuando sonaba el sonido del shofar, todos se paraban, se inclinaban y prosternaban en expresión de agradecimiento, y cuando se terminaba el ritual, la gente se iba retirando mientras exclamaban: “¡Eres la belleza misma, Altar! ¡Eres la belleza misma, Altar!”
Además de esta alegría que se vivía en el Templo durante los días festivos de Sucot, se le añadían otros regocijos muy especiales que ocurrían en las noches de los denominados días de Jol HaMoed (días de la semana semi festivos). Esta alegría se conocía como Alegría de la flauta (Simchat Hahalil) o Regocijo de la extracción de agua (Simjat Beit Hashoeva). Esta celebración no se efectuaba en el atrio ya que el trabajo de sacrificio no se realizaba de noche y el atrio estaba cerrado para el servicio, excepto los Cohanim que regresaban durante la noche a través del pijpaj para poner las partes de los sacrificios sobre el fuego, limpiar las cenizas y arreglar los leños y las brasas. En las noches de Sucot, se reunían en el atrio de las mujeres donde se festejaba y cantaba en honor de Di-s; los hombres se ubicaban abajo y las mujeres arriba en los balcones previstos para este fin. En cuanto a los Levitas, estaban parados en los escalones que conducían del atrio de las mujeres al atrio de Israel. Quince escalones por los cuales el Rey David compuso los quince cánticos de las ascensiones (Shir LaMaalot) que se encuentran en los Salmos o Tehilim. La ubicación de las escaleras hoy es el tramo de escaleras que asciende a la plataforma elevada desde el Este sobre la cual está la arcada Este. Los Levitas que cantaban se paraban en los quince escalones, rodeados de músicos que tocaban liras y arpas, trompetas y flautas y con una infinidad de instrumentos. Cada noche de los días de Sucot, los Levitas cantaban desde el último sacrificio del atardecer, hasta el canto del gallo en la madrugada.
En el atrio de las mujeres había cuatro enormes candelabros que iluminaban a todos los que habían venido a celebrar. Su luz era tan fuerte que no había un patio de la ciudad de Jerusalén que no se iluminara con el resplandor que emanaba la alegría del festejo de Simjat Beit HaShoeva. Y los bailarines daban vueltas con extrema habilidad y alegría, sosteniendo antorchas encendidas en sus manos.
Los ancianos del pueblo y los sabios danzaban al son de los cánticos de alegría propios de la Simjat Beit HaShoevá aquellos que bailaban exclamaban: “¡Bienaventurado el que nunca ha pecado!” En cuanto al que pecó, ¡que se arrepienta y todo le será perdonado! La Guemará nos describe que algunos no se iban a dormir durante todas las noches y días de Sucot. Cuando el gallo cantaba en la madrugada, los instrumentos musicales cesaban de inmediato en el atrio de las mujeres y la multitud se dirigía entonces hacia el manantial Shiloaj en una larga procesión acompañada por el sonido de las trompetas. Los Cohanim llenaban un platillo de agua, con esta agua extraída del manantial se dirigían en una jubilosa y alegre procesión en dirección al Monte del Templo y al Templo mismo.
Cuando llegaban al Templo, entraban por los portones de las Aguas y de allí iban directamente a la rampa para depositar el agua del manantial Shiloaj. Cuando se comenzaba a verter el agua junto con el vino de libación los Levitas comenzaban a entonar los Salmos del Hallel. Así, durante la fiesta de Sucot, la fiesta, la música, ¡las canciones acompañaban el servicio del Templo desde el amanecer hasta la mañana siguiente!
El Servicio del Sacrificio Diario (Tamid) - Rab Eliahú Weber
Ubicación: Al Norte de la Plataforma elevada
En este preciso lugar, al norte del altar o mizbeaj, es donde podíamos observar en aquella época el servicio diario llamado en hebreo “Korbán Tamid”. Este era un sacrificio diario, que se realizaba precisamente del lado Norte.
“Ordena a los hijos de Israel y diles: Mi ofrenda, Mi alimento para Mis fuegos, la fragancia placentera, ustedes se cuidarán de ofrecer para mi en su tiempo designado. 3 Y les dirás: Esta es la ofrenda ígnea que ofrecerán al Eterno: cordero de un año sin defecto, dos por día, en ofrenda de ascensión continua. 4 Harás un cordero por la mañana y el segundo por la tarde.” (Bamidbar 28, 2-4)
El sacrificio diario o Korbán Tamid se realizaba diariamente trayendo dos corderos de un año, una por la mañana y otra por la tarde.
La matanza ritual, más bien conocida en el pueblo de Israel por “Shejitá” (forma en que se mata al animal sin que sufra) era el sacrificio diario que se realizaba en el atrio, al Norte del altar y su sangre se receptaba en los utensilios sagrados.
La sangre de los sacrificios diarios (Tamid), también era utilizada como otro tipo de ofrenda; ésta consistía en “dos ofrendas de sangre que en realidad eran cuatro”, es decir, que se realizaban en dos de las cuatro esquinas del altar, dos aspersiones en cada una de ellas y se contaban como cuatro aspersiones: una ofrenda en la esquina Noreste del altar y la otra en la esquina Suroeste del altar. Luego, el resto de la sangre se vertía sobre el “Yesod”, al Sur del altar, dentro de un sistema de drenaje de la sangre de los sacrificios dispuesto en la base del altar.
La inauguración del servicio matutino en el Templo se realizaba cuando se traía el “Korban Tamid” de la mañana. Era entonces cuando el Sacerdote o Cohen, entraba al santuario para encender las velas del gran Candelabro o Menorá.
Luego de realizar la “Shejitá”, el Sacerdote le quitaba la piel al animal y se diseccionaban las extremidades y éstas eran llevadas al altar o mizbeaj. Las mismas se colocaban en el fondo de la baranda del altar, en el lado Oeste, donde se salaban después de haber sido lavadas limpiado sus órganos.
Junto con estas partes de los sacrificios, también se agregaban las ofrendas de cereales o mejor llamadas “Menajot” compuestas de harina y de sémola, a las cuales se las denominaba “Minjat Nesajim y Minjat Havitin”. Estas eran colocadas en el altar, junto con el vino de las libaciones sobre las extremidades que ya se habían separado del sacrificio diario “Tamid”. Así está escrito sobre este tema en la Torá:
“Y un décimo de efá de sémola revuelta en aceite triturado para ofrenda, un cuarto de hin. 6 Es la ofrenda de ascensión continua realizada en el monte Sinaí, en fragancia placentera, ofrenda ígnea al Eterno. 7 Y libación es un cuarto de hin para cada cordero; en el lugar sagrado será vertida la libación embriagante al Eterno” (Bamidbar 28, 5-7)
Por la mañana, los Cohanim ingresaban en la cámara de la Piedra llamada “Lishkat Hagazit” para recitar la primera parte del “Shemá” (“Shemá Israel ” …”), luego recitaban los Diez Mandamientos y concluían recitando los otros dos pasajes del Shemá: , “Vehaya im Shamoa…” y “Vayomer…” .
Posteriormente, pronunciaban tres bendiciones más: .“Emet veYatziv (Verdad y Certeza)’, Avoda (Trabajo) y Birkat HaKohanim (Bendiciones Sacerdotales).
Al finalizar, todos los Cohanim involucrados en el sacrificio “Tamid” diario entraban al santuario para prosternarse:
Era allí cuando ingresaban dos Sacerdotes más: uno con brasas de carbón (guejalim) en su mano derecha y el otro con el incienso (ketoret) también en su mano derecha.
El Sacerdote (Cohen) que llevaba las brasas, las colocaba sobre el altar de oro, se prosternaba y salía. Una vez que todos los otros Cohanim se habían ubicado entre el Ulam y el altar, el segundo Cohén procedía a realizar la ofrenda del incienso más conocido como el “Ketoret”, y cuando terminaba, también se prosternaba y salía. Seguidamente, el Cohén que encendía las velas entraba y encendía dos de ellas y salía, también haciendo una reverencia.
Los Cohanim se ubicaban entre el hall o mejor conocido como “Ulam” y el altar, recitando la famosa bendición de los Cohanim denominada “Bircat HaCohanim” (bendición que daban a todo el pueblo), ellos subían al altar a quemar las partes del animal sacrificado del “Tamid”, todo según un orden previo: primero la cabeza, luego el resto, (la “Minjat Nesajim” de las libaciones y la “Minjá haJavitín”); sólo después se procedía a entregar las libaciones de vino. Todo este servicio iba acompañado por instrumentos musicales y canciones de los Levitas.
” Para el segundo cordero, lo ofrecerás hacia la tarde; procederéis como en la ofrenda matutina junto con la Harina y la libación de la mañana (sacrificio), una ofrenda de fuego con un espíritu de satisfacción al Señor “. (Bamidbar 28, 8)
Cuando se acercaba el atardecer se quemaban las extremidades del sacrificio diario “Tamid”, posteriormente se quemaba el incienso o “Ketoret” y a su vez se realizaban las ofrendas de cereales sobre el altar, como está dicho:
“Que mi oración sea considerada a Tus ojos como el incienso, mis manos extendidas como la ofrenda de la tarde. (Tehilím 141, 2)
Luego, procedían a verter las libaciones de vino acompañadas del sonido de instrumentos musicales, se encendían los candelabros de la Menorá y se cerraban las puertas conocidas como “Heijal”. Era aquel momento conocido como “La Hora del Cierre” o mejor conocida en la lengua hebrea como “Shaat HaNeilá”.
Este fue el orden que respondía el sacrificio diario del “Tamid”, servicio realizado en el Beit HaMikdash. Que sea Su voluntad, que se reconstruya pronto y en nuestros días, Amén.
Detrás del Beit HaKaporet / Rabino Eliyahu Weber
Ubicación: En la parte superior de las escaleras
Nos ubicamos al Oeste del Domo (o Cúpula) de la Roca o, donde se ubicaba el Templo; más precisamente en la parte trasera del Templo. Justo ante nosotros, el muro del atrio pasaba por aquí en los días del Beit HaMikdash. Por el lado Este se encontraba el muro trasero del Sanctum Sanctorum más conocido como “Kodesh HaKodashim”. Esta área angosta entre el muro del Templo y el muro del atrio se conoce en la Mishná como “el Beit HaKaporet”, en otras palabras la parte trasera de la Cámara de la Cubierta del Arca.
Si nos acercamos y nos adentramos en el Domo de la Roca hoy, se podrá distinguir a través de sus pasillos las pequeñas luces y sus lámparas, el lugar está donde se encontraba el Lugar Santísimo . En la época en la que el esplendor del Templo estaba en su apogeo, una poderosa luz emanaba del Sanctum Sanctorum: era la luz del Arca de la Alianza o también llamado “Aron HaKodesh”, depositada en el Lugar Santísimo y que luego fue escondida en túneles subterráneos bajo el Monte del Templo.
Cerca del Arca de la Alianza había una redoma o cubeta de Maná, que contenía parte del Maná que había caído al pueblo de Israel durante los cuarenta años en el desierto, para recordar siempre que Di-s provee las necesidades de su pueblo y que la fuente de la que Israel obtiene su sustento es la presencia divina o “Shejiná” que reside en el Templo.
Junto al Arca estaba también el bastón de Aarón HaCohen que había florecido y dado almendras en una sola noche, para testificar que Aquel que mora en el Templo ha establecido, para todas las generaciones, el pacto de los Cohanim con Aarón HaCohen y sus hijos, que oficiaban en el Templo de acuerdo con la Voluntad de Aquel que habitaba en el Templo.
Del lado del Arca de la Alianza estaba también el Sefer Torá, esto era así para enseñarnos que el Templo y la Torá son uno y que es imposible separarlos, porque no hay Templo sin Torá y no hay Torá sin el Templo.
Dentro del “Arón HaKodesh” descansan los fragmentos de las primeras Tablas de la Ley rotas (los Diez Mandamientos) y las tablas de los Segundos Diez Mandamientos. Las primeras tablas se entregaron con truenos y relámpagos durante la festividad de Shabuot o la Fiesta de la Entrega de la Torá y se rompieron el 17 de Tamuz, después del pecado del becerro de oro. Las segundas tablas fueron dadas en Yom Kipur y tenían las palabras “para que te vaya bien” (Devarim 5, 16) y el bien no se rompa.
Sobre la misma, había dos querubines, uno frente al otro. Estos eran una parábola del afecto particular que Hashem le tiene a Israel, como el amor que existe entre un hombre y su esposa. Incluso cuando Israel fue exiliado de su tierra y los extranjeros entraron al santuario para profanar el lugar de la presencia divina (Shejiná), encontraron a los querubines entrelazados entre sí . En la época en la que el pueblo subía a pie a Jerusalén en la conocida “Aliá lareguel” , para ir al Templo a encontrarse con la presencia divina (Shejiná), era cuando levantarían la cortina e Israel vería Su amor ante su pueblo. Y si el altar tapaba la entrada del santuario, había una pequeña abertura, una puerta estrecha llamada el “Pishpash”, en la parte de atrás del Templo detrás del Beit HaKaporet, a través de la cual la gente podía ver a los querubines en pie y la obra del sumo sacerdote en Yom Kipur.
La misma puerta estrecha o “Pishpash” conectaba la parte posterior de la Cámara del Arca de la Alianza con el área del Templo y permitía hacer la “Shjitá”realizada por los sacerdotes al animal e incluso la fijación de las manos en el animal por parte de quienes los traían para su sacrificio. Las personas que traían un animal con ellos se consideraba “socios” en el trabajo del sacrificio que lo hacían con alegría ante Hashem. Y así también sucedía con la ofrenda de paz o “Shlamim” que todos, tanto hombres como mujeres, traían y lo sacrificaban para Hashem.
Dos cámaras se situaban detrás de Beit HaKaporet al Oeste del atrio, era allí donde se manejaban todos los asuntos del Templo: en el Norte estaba la sala del hall (Beit Hamoked) donde se guardaba la llama eterna, el sitio de residencia de los sacerdotes y Cámara de Inmersión (Beit Hatvilá), y la Cámara donde se guardaban las piedras del altar.
En el lado Sur estaba la Cámara de las Piedras labradas (Lishkat Hagazit), lugar donde se realizaban los sorteos para determinar cómo se distribuirían los diversos deberes diarios de los Cohanim y donde los sabios del Sanedrín se sentaban y discutían la Torá, como está escrito “…porque de Tzión saldrá Torá y de Jerusalén la palabra de Di-s”
Acueductos de Jerusalén y Uso del Agua en el Templo/ Oren Sapir
Ubicación: Sabil Qa’it Bay
Durante la época del Segundo Templo, se construyó un sistema de acueductos en la tierra de Israel, que suministraba grandes cantidades de agua a la ciudad de Jerusalén. Los investigadores estiman que alrededor de un millón de metros cúbicos de agua llegaban a la misma cada año. El origen del agua estaba entonces en los manantiales de Al-Arroub, en las montañas de Hebrón, al sur de Jerusalén. Los acueductos construidos bajo el imperio de los Jashmonaim, incluso permitieron llevar agua desde Al Arroub a estanques excavados al sur de Belén o Bet Lejem, hoy llamados “Estanques de Salomón”. De los estanques de Salomón salía otro acueducto al Herodión, y dos acueductos a Jerusalén, el acueducto “superior” que llevaba agua para la subsistencia de los habitantes de la ciudad y el acueducto “inferior”, que aparentemente conducía agua al Templo y al Monte del Templo. El acueducto inferior bajaba y rodeaba las montañas de Judea en Gush Etzión, luego cruzaba la cresta de Armon Hanatsiv, de Sur a Norte a través del túnel existente hasta el día de hoy y rodeaba el Monte Tzión en el Oeste, al Sur y al Este hasta llegar a lo que hoy se conoce como el barrio judío, a la orilla occidental del valle central llamado, sobre la explanada de rezos que está cerca del muro occidental o Muro de los Lamentos, como lo conocemos hoy.
La explanada del Kotel o Muro de los Lamentos, hoy en día, se encuentra en el valle Tiropeón que atravesaba la ciudad de Jerusalén durante la época del Segundo Templo. Llevar agua a través de este valle central de Oeste a Este, desde el Monte Tzión hasta el Monte del Templo, fue el mayor desafío que enfrentaron los ingenieros de acueductos.
¿Cómo fue posible llevar agua del valle Tiropeón al Monte del Templo? ¡Este es un gran misterio!
La mayoría de los investigadores creen que el acueducto pasaba por un puente arqueado que conectaba el Barrio Judío con el Monte del Templo. Aparentemente, este puente tomaba la calle Chaine que hoy en día es conocido como el Mercado árabe o en hebreo Shuk árabe. Es posible que el Arco de Wilson que sostiene la Puerta de la Cadena o mejor conocida como Shaar HaShalshelet sea el último remanente de este puente que llevaba las aguas del Acueducto Inferior al Monte del Templo.
Pero el problema sigue sin resolverse. El Talmud en el tratado Yomá relata que la pileta o Mikvé en la que se sumergía el Gran Sacerdote (Cohén Gadol) en el Día del Perdón (Yom Kippur) estaba ubicada en el techo de la sala Parvá, a más de once metros de altura sobre la extensión elevada, en el centro del Monte del Templo. Sin embargo, el puente y el acueducto solo alcanzaron la altura de la explanada del Monte del Templo. ¿Cómo pudo el agua llegar a tal altura?
La arqueóloga Shlomit Wexler-Bedolá sostiene la hipótesis que el acueducto no llegaba al Monte del Templo a través del Puente del Arco de Wilson, sino a unas pocas docenas de metros al norte de la Puerta de las Cadenas en un punto ubicado a varias decenas de metros de altura, y desde el cual el agua podría fluir hacia el techo de la sala de Parva.
La vida en el Templo llevaba su rutina y el agua era utilizada por los Cohanim, entre otras cosas, para las necesidades de pureza (tahará), pero este no era su único fin.
Antes de comenzar el servicio en el Beit HaMikdash los Sacerdotes o Cohanim tenían la Mitzvá de lavarse las manos y los pies. Así también, el agua era utilizada para saciar la sed de los peregrinos que se habían quedado en Jerusalén y en el Monte del Templo. Además, tras una larga jornada dedicada a la ofrenda de los sacrificios, se limpiaba el atrio de los restos de sangre de los sacrificios la misma.
Según el sagrado Talmud, Sucot es la época del año en la cual D-os juzga al Mundo por la lluvia; por lo tanto en esta festividad se realizaba la ceremonia de libación del agua que era traída en una magnífica procesión que comenzaba desde el estanque de Siloam o Shiloaj, (situado al pie de la ciudad de David por la calle principal) con cantos y música hasta el Templo. En el mismo festejo de la Simjat Beit Shoevá, se sacaba una cantidad simbólica de agua del estanque de Siloam. La medida era “Una jarra de oro con tres log” que es aproximadamente un litro de agua o un poco más. El agua era llevada alegremente por la calle hasta el Beit HaMikdash, donde la vertían sobre el altar o Mizbeaj junto con la libación de vino como parte del servicio de los sacrificios o korbanot de Sucot.
En el día de Yom Kippur, el Gran Sacerdote o Kohen Gadol se sumergía en el agua de la Mikvé y luego realizaba una breve oración en el Sanctum Sanctorum o Kodesh HaKodashim, en la que pedía que el próximo año fuese un año de lluvias y que la próxima cosecha fuese bendecida. En Sucot, después de verter el agua en el altar, todo el pueblo de Israel se preparaba para pedir por abundantes lluvias para el año siguiente. Pero cabe recalcar, que este rezo se comenzaba a decir el 7 de Jeshván quince días después que todos los peregrinos que habían llegado a Jerusalén, incluso aquellos que vivían muy lejos ya habían llegado a sus hogares (para que nadie se mojase en el camino), era solo entonces que el pueblo comenzaba a pedir en los rezos que lloviera. Se agregaba y se agrega hasta el día de hoy en el rezo diario “Veten tal umatar librajá (concede el rocío y la lluvia para bendición)”.
Según las estaciones del año, el pueblo de Israel traía el fruto de las nuevas cosechas al Templo:
En Pesaj, se traía el conocido ‘Omer (unidad de medida) de la nueva cosecha de cebada; en Shavuot, se presentaban como ofrenda dos panes hechos con la nueva cosecha de trigo; y desde Shavuot se comenzaban a traer las primicias o también conocidas como “Bikurim”, el 15 de Av, se comenzaba la primera cosecha y se llevaba al Templo las primeras uvas “hilulim de Hashem”, finalmente en Sucot, se vertía agua ante Hashem para expresar agradecimiento por la bendición concedida el año pasado y pedir por las bendiciones del año entrante.
Capiteles de piedra en el Monte del Templo (Har HaBait)
Ubicación: Los capiteles de piedra de la entrada
¡El Monte del Templo que conocemos hoy es idéntico en estructura a lo que era en los días del Segundo Templo! Una gran explanada y en su centro, el Sanctum Sanctorum o mejor conocido como Kodesh Hakodashim ubicado sobre la Plataforma Elevada.
Hoy en día el Domo de la Roca se encuentra en el centro de lo que sería el Monte del Templo o Har HaBait y el Kodesh Hakodashim. Actualmente, a lo largo de la explanada del lado del muro Sur se ubica una masiva edificación llamada la Mezquita de Al Aqsa y en los días del Segundo Templo, el muro sur del Monte del Templo estaba acompañado por la Estoa Real, una basílica con una hilera de enormes pilares adornados con capiteles que soportaban el techo de la Estoa.
Entre la Estoa Real y el Templo había una cuenca de agua central, donde se entregaba el agua de los manantiales de Arroub en las montañas de Hebrón. Actualmente es llamado el Kos – la Copa, este lugar se conserva y está rodeado por una valla verde, se puede observar el sitio de la cuenca de agua y Mikvé de la época del Templo.
Yosef Ben Matityahu (Flavio Josefo) explica que en los días del Segundo Templo, en el Sur del Monte del Templo, a nuestra derecha, estaba la Estoa Real, una magnífica construcción de pilares diseñada al mejor estilo grecorromano. La Estoa es un edificio enorme y extremadamente imponente que estaba sostenido por 162 columnas dispuestas en cuatro filas. Según la descripción de Josefo, ¡cada pilar de la Estoa Real tenía 25 codos, o casi 13 metros de altura! En la parte superior de cada pilar había un capitel tallado enchapado en oro.
Uno de los usos de esta magnífica estructura consistía en albergar a dignatarios no judíos que llegaban a Jerusalén y querían ver el esplendor del Templo. Dado que estaba prohibida la entrada de no judíos al Templo, los dignatarios no judíos fueron hospedados en un suntuoso edificio al sur del Monte del Templo.
Después de la destrucción del Templo, a través de los años, se hicieron cambios y renovaciones en el Monte del Templo. Durante las renovaciones, se descubrieron decenas de grandes e impresionantes capiteles de piedra, que aún son evidentes hasta el día de hoy. El estilo diferente de las decoraciones que adornan los capiteles indican diferentes épocas y diferentes estilos arquitectónicos. Hoy en día, los arqueólogos pueden mirar los capiteles y, al menos para algunos de ellos, determinar su período, en función de su tamaño y estilo. Por ejemplo, los capiteles de piedra extremadamente grandes que están adornados con hojas en todas direcciones son del período de las Cruzadas. Los capiteles colocados en la plaza incluyen varios capiteles tallados en estilo corintio, típico de la antigua Roma.
Como ya hemos dicho, la Estoa Real del Monte del Templo tenía capiteles dorados. Los capiteles corintios que se pueden observar habían sido bañados en oro, pero con el paso de los años, el oro fue robado. Las sustancias rojizas-rosadas que aún se ven en varios de los capiteles es el pegamento que se usó para pegar las finas hojas de oro. En puntos relativamente altos, en algunos de los capiteles, todavía se puede ver algo de oro.
Los investigadores están divididos a la hora de identificar las eras de estos capiteles, ya sean de la época del Segundo Templo, lo que puede resultar que provengan de la Estoa Real, o posiblemente de la Era Bizantina. En ambos períodos se tendió a utilizar este estilo de capitel, por lo que es imposible saber con certeza la edad de los capiteles más antiguos. Con el pasar del tiempo se construyeron y destruyeron muchas edificaciones en el Monte del Templo. A lo largo de las diferentes épocas que transcurrieron, se hicieron usos secundarios de las edificaciones, partes de edificios, piedras de construcción e incluso capiteles de pilares que se originaron en los edificios antiguos fueron destruidos e incorporados a los edificios más nuevos.
Una cosa está clara: la riqueza de los adornos arquitectónicos que se refleja en los diversos capiteles en diferentes períodos de la historia nos revela la colosal inversión de vastos recursos que se hizo para adornar la estructura del Monte del Templo o Har HaBait, desde la antigüedad hasta el presente.
La mezquita de Al-Aqsá / Pinjas Abramovitz
Ubicación: Entre la entrada a la Mezquita y la Copa
La Mezquita de Al-Aqsá es la mezquita más antigua y más grande de Israel así como la más simbólica a nivel teológico y político. La mezquita data del comienzo del dominio musulman en Israel, bajo el reinado del califa Omar ibn al-Khattab en 638. Sin embargo, parece que un judío habría tomado parte en el diseño de la arquitectura de la mezquita, de acuerdo a hechos relatados por el historiador del siglo IX, Muhamad al-Tabri. Según él, Omar ibn al-Khattab subió al Monte del Templo con un hombre llamado Levy Kaab abou Yishaq, un judío convertido al Islam, quien le mostró a Omar la ubicación del Templo de Salomón.
Según esta misma tradición, Omar le habría pedido a Kaab que le dijera dónde debería decretar el espacio que se dedicaría a la oración. Y Levy Kaab habría respondido que debería colocarlo al Norte del Monte del Templo. Por lo tanto, quien se inclinaría hacia el Sur, hacia la Qiblá que está en La Meca, también se inclinaría hacia la Roca, donde se encuentra La “Even Shtiá” o también conocida como el Domo de la Roca. Omar supuestamente le dijo a Levy Kaab: -“¡Alabado sea Alá! Sigues influenciado, oh Kaab, por el judaísmo; Ya lo había notado cuando vi cómo te quitabas las sandalias (…) ¡Porque no nos ordenaron prosternarnos hacia la Roca, sino prosternarnos frente a Qiblá!… – Es así, como Omar estableció el lugar de oración del lado opuesto, es decir al Sur del Monte del Templo, para que los fieles no se postraran en dirección a la Roca, el lugar santo de los judíos.
La Mezquita de Al-Aqsa se construyó primero como una estructura de madera, convirtiéndose en la primera mezquita fuera de la Península Arábiga. El edificio de piedra fue terminado en 705 por el gobernante omeya Al-Walid, hijo de Abd Al-Malik, quien ordenó la construcción de la Cúpula de la Roca.
En el período musulmán temprano, el edificio de la mezquita era mucho más grande: con siete naves y pasillos desde el muro Sur hasta el Norte que se elevaban a ambos lados de la estructura principal. En total poseía quince naves, el edificio que albergaba la mezquita fue destruido en el terremoto del año 1033, permaneciendo en este estado durante la época fatimí hasta la actualidad, ya que sólo quedan en pie tres naves a cada lado de la mezquita.
La mezquita fue construida en la ladera Sur del monte Moriá o Monte del Templo, sostenida por los arcos que datan de la época de Herodes y no por la roca natural de la montaña. Esto explica por qué la mezquita se destruyó varias veces durante los terremotos que sacudieron Jerusalén en el año 746, 1033 y nuevamente en 1927, cuando toda la parte Norte del edificio se derrumbó. La forma que tiene hoy la mezquita data de las renovaciones que se llevaron a cabo bajo el Mandato Británico entre 1938 y 1942.
El nombre de la mezquita de Al-Aqsá, quiere decir “la mezquita del Extremo”, se le dio en referencia al capítulo 7 del Corán que dice: “Gloria a aquel que hizo viajar de noche a su siervo desde la mezquita sagrada hasta la mezquita extrema cuyo recinto bendecimos, y esto para mostrarle algunas de nuestras Señales. Él es el que oye y ve todo. La interpretación canónica atribuye el verso a “la noche de al-Isra y el Mir’aj”, es decir, el viaje nocturno realizado por Mahoma desde La Meca hasta el Monte del Templo en Jerusalén, montado en un animal llamado “al-burāq”, un fantástico corcel con alas y rostro de mujer. Y es desde la “mezquita del Extremo” que el profeta Mahoma se elevó al Cielo para recibir el mandato divino de orar.
La ubicación geográfica de la mezquita no se especifica en el Corán, pero durante el Período Omeya, a fines del siglo VII, se identificó la “Mezquita del Extremo” en Jerusalén.
Y algunos incluso afirman que los gobernantes de la dinastía Omeya certificaron la ubicación de la “Mezquita del Extremo” para priorizar el estatus que ocupaba Jerusalén dentro del islam durante este período, en lugar del de la Meca.
La mezquita tiene forma de basílica orientada al sur, hacia La Meca. Es posible que los arquitectos de la mezquita imitaran el edificio que les era familiar en la época bizantina. Es interesante notar que la estructura de la Mezquita de Al-Aqsa ha conservado la forma que tenía la estructura durante el período del Segundo Templo: la del pórtico real de Herodes, que también se construyó al igual que las basílicas.
Durante el período de las Cruzadas, el edificio que albergaba la mezquita sirvió como palacio para el rey Godofredo de Bouillon. Balduino, el segundo soberano del reino de Jerusalén, hizo trasladar la residencia real a la ciudadela al oeste de la ciudad, la torre de David, e instaló en la mezquita de Al-Aqsa, la Orden de los Templarios, “Los Caballeros del Templo de Salomón”. Esto explicaría por qué la puerta principal de la mezquita se construyó siguiendo el modelo de los edificios de la época de los cruzados: compuesta por una puerta escalonada, tiene tres pilares a cada lado, adornados con decoraciones arabescas. Durante el período ayyubí, se adjuntaron inscripciones posteriores a la puerta, lo que atribuye la construcción de esta puerta al período ayyubí.
Las entradas a la mezquita conducen a sus partes subterráneas entre las que se encuentra un pasaje abovedado, que ha permanecido en su estado original desde la época del segundo Templo y que conduce a las puertas de Juldá. Este pasaje debe haber sido utilizado por los peregrinos que viajaban al Monte del Templo desde la ciudad baja de Jerusalén por las escaleras que conducían a las puertas de Juldá.
Frente a la entrada de la mezquita se encuentra el “kos”, una instalación para la purificación antes del rezo, que fue construida durante el período mameluco por Emir Tankiz Al-Nasari en el año 1329. Hasta el Mandato Británico, las aguas del “kos” eran conducidas desde los estanques de Salomón a través de los acueductos de los Jashmonaim uniéndose al acueducto inferior.
La Cúpula de la Roca y la Cúpula de la Cadena / Oren Sapir
Ubicación: al sur de la plataforma elevada
En la plataforma elevada del Monte del Templo (donde se ubica la mezquita) se pueden divisar dos edificaciones principales, similares entre sí. Estas dos edificaciones se consideran los primeros edificios de piedra construidos en el Monte del Templo a principios del período musulmán, durante el reinado de la dinastía Omeya que construyó muchos de ellos en Jerusalén.
La más pequeña y menos famosa de las dos cúpulas es la Cúpula de la Cadena. Aunque se desconoce el propósito exacto de esta obra, se piensa que marcaba el centro geométrico de la explanada. La Cúpula de la Cadena está ubicada en el centro del Monte del Templo, exactamente en la intersección diagonal de la explanada del Templo. El ingeniero constructor probablemente planeó el edificio después de haber calculado su posición.
La Cúpula de la Cadena parece estar ubicada cerca del sitio donde estuvo el altar de los sacrificios, imaginándonos el altar ligeramente hacia el Este, en dirección a los arcos que aún están en pie. Las escaleras que habían existido entre el altar y el Templo probablemente estaban ubicadas en el sitio donde se encontraba la Cúpula de la Cadena y al Oeste de ella está el sitio del Ulam o el hall que daba a la Puerta de entrada del Templo.
El segundo edificio más grande y más conocido es el Domo de la Roca, también conocido como la Cúpula Dorada.
El Domo de la Roca, como su nombre lo indica, está construido sobre la Roca, al-Sajra en la lengua árabe. La cúpula está colocada sobre la roca natural del Monte Moriá, por encima del pico de la montaña. La misma sobresale del suelo del Monte del Templo. A diferencia de otras edificaciones en dicho lugar, los cimientos del Domo de la Roca están colocados directamente sobre la roca de la montaña, lo que ha preservado la estabilidad de la construcción incluso durante los terremotos que destruyeron la zona como sucedió con la estructura de la Mezquita de Al Aqsa. Esta roca es el sitio de la Piedra Fundacional, conocida en la lengua hebrea como “Even Hashtiá”, sobre la cual se construyó el Sanctum Sanctorum o “Kodesh Hakodashim”. El Domo de la Roca técnicamente no es una mezquita, aunque sirve ocasionalmente como lugar de oración para los musulmanes. Pero para la tradición judía es el lugar más sagrado del Monte del Templo.
El Domo de la Roca fue construido por el califa omeya Abd al-Malik, uno de los fundadores de la dinastía omeya. Él construyó la estructura no para la oración sino para atraer a la gente, particularmente a la audiencia cristiana, que era la mayoría de la población de Jerusalén en ese momento. La cúpula fue construida con una precisión asombrosa y diseño arquitectónico, medidas y decoración son similares a la cúpula de la Iglesia del Santo Sepulcro. Este hecho llevó a los investigadores a sugerir que la Cúpula no fue construida por musulmanes sino por constructores cristianos locales.
Esta construcción es una de las más magníficas del mundo, posee una forma octogonal con cuatro entradas, la más imponente de las cuales está orientada al Sur, en dirección a La Meca. Las secciones exteriores de las paredes del edificio están revestidas con baldosas de mármol y por encima espectaculares baldosas de cerámica. En cada una de las paredes del Monte del Templo relucen 7 ventanas llegando a un total de 56 ventanas.
En la parte superior de sus paredes y debajo de la cúpula que la corona, hay un tambor revestido con piedras de mosaico de vidrio dorado, se adicionaron ventanas doradas que iluminan la roca con luz dorada. Debajo del mosaico hay una larga inscripción en árabe que recorre la cúpula y describe la construcción del edificio por Abd al-Malik. La inscripción cita versos del Corán llamando a todos a unirse a la fe islámica. Aproximadamente cien años después, el gobernante musulmán Abasi eliminó el nombre de Abd al-Malik de la inscripción y lo reemplazó con el suyo propio, al-Ma’mun. Sin embargo, no reemplazó la fecha mencionada en la inscripción que corresponde a los días de Abd al-Malik. Así es como sabemos que al-Ma’mun cambió la inscripción original. A continuación, el texto inscripto en dicho lugar:
“La cúpula fue construida por el siervo de Di-s ʿAbd Allah el Imam al-Ma’mun, comandante de los Fieles, en el año setenta y dos. Que Dios acepte de él y se complazca con él. Amén, Señor de los mundos, alabado sea Di-s”.
La cúpula en sí está sostenida por dos series de columnas que se ubican en dos círculos concéntricos. Hay un total de 36 pilares de mármol y granito, la misma está decorada interiormente en todo su esplendor con estucos y arabescos que representan flores y vegetales antiguos. La cúpula estaba originalmente cubierta con oro puro, pero en el siglo XVI, el oro fue reemplazado por plomo y en el siglo XX la cúpula de plomo fue reemplazada por una cúpula de aluminio dorado. En la década de 1990, el rey Hussein, de Jordania, donó un baño de oro renovado a la Cúpula de la Roca y este es el aspecto que conocemos hasta el día de hoy.
Los Establos de Salomón y el Proyecto de cribado del Monte del Templo / Pinchas Abramovitch
Ubicación: Establos de Salomón
Establos de Salomón es el nombre que recibe el gigantesco edificio que se encuentra en la esquina Sureste del Monte del Templo. En árabe el lugar es llamado “Etsabal Soliman”. Este es una sala hecha de bóvedas, cuyo techo alcanza el nivel de la meseta actual del Monte del Templo mientras que su piso está aproximadamente 12 metros por debajo del nivel del mismo. Pasando por este edificio, uno puede ir desde la Explanada de dicho lugar hasta las puertas Sur del Monte del Templo, llamadas la Puerta Doble y la Puerta Triple.
Se atribuye la construcción de los establos de Salomón al rey Herodes, quien extendió el Monte del Templo en tres direcciones: Sur, Norte y Oeste; tal expansión duplicó el área del lugar. Dicha extensión realizada hacia el sur se hizo en la ladera sur del Monte Moria y no está sostenida por roca natural sino por enormes muros de soporte de unos 30 metros de altura y rellenados de tierra entre los muros. Sobre el terraplén de tierra se construyeron pilares y bóvedas que sostenían la plaza del Monte del Templo sobre ellos.
Algunos expertos en la actualidad afirman que los establos de Salomón no datan de la época del rey Herodes, sino que se construyeron más tarde, probablemente a principios de la época musulmana, reutilizando piedras del Monte del Templo que databan de la época herodiana. Pero otras opiniones, por el contrario, han afirmado que, al examinar las bóvedas del edificio y sus arcos, es claramente visible que el edificio fue construido en efecto al final del segundo Templo, este es el motivo, por el cual las bóvedas adyacentes a la Puerta Triple se parecen a las otras bóvedas y arcos construidos por el rey Herodes cerca del Monte del Templo.
La tradición medieval atribuye la construcción de esta gran estructura al rey Salomón, constructor del Templo, quien la habría utilizado para el cuidado de sus numerosos caballos, al igual que se utilizaron otros edificios que el rey habría hecho construir en el monte Moria. Pero en realidad, el nombre de “Caballerizas de Salomón” o “Establos de Salomón” es el nombre que los cruzados le dieron a este edificio que servía de cuadra para los caballos de los Templarios que se asentaron en el Monte del Templo. En ese momento, el nombre de la Mezquita de Al-Aqsa era entonces: “Templum Salomonis” – el “Templo de Salomón”, y los Templarios de la orden de los “Caballeros del Templo de Salomón” fueron nombrados en referencia a este edificio. Los Caballeros del Templo de Salomón o Templarios ataban sus caballos a los pilares de este edificio. De alli que también le quedó el nombre de Caballerizas de los Caballeros de la Orden del Templo de Salomón.
Con la conquista ayyubí, en 1187, esta construcción dejó de utilizarse y con el tiempo toda su zona y alrededores sirvieron como basurero en el Monte del Templo. Pilas de piedras que allí se amontonaban también se mencionan en los testimonios de investigadores del siglo XIX.
En la década de 1990, el Waqf jordano comenzó la renovación del Monte del Templo y los Establos de Salomón se encontraban bajo la atenta mirada del gobierno israelí. Como parte de este trabajo, el Waqf hizo esfuerzos en 1996 para limpiar los establos de Salomón de sus montículos de tierra y preparar el lugar para convertirlo en una mezquita. Esta mezquita es la más grande de Medio Oriente y puede albergar cerca de diez mil personas dedicados a la oración. La mezquita hoy lleva el nombre de “Mezquita al-Marwani” en nombre del padre de ‘Abd al-Malik, quien construyó el Domo de la Roca. En su reforma se evacuó la tierra, se colocó un nuevo piso, alfombras e incluso se instaló un sistema de iluminación. En 1999, el Waqf comenzó a realizar construcciones en donde cavaron un enorme agujero en el suelo del Monte del Templo utilizando excavadoras, con el pretexto de disponer una salida de emergencia para la mezquita. El área de este hoyo es de unos 45×35 metros y su profundidad es de 12 metros. Cerca de 9.000 toneladas de tierra fueron evacuadas en solo tres días por 400 camiones. Este suelo, que contenía información arqueológica vital, se arrojó a vertederos en todo Jerusalén, incluidos Abu Dis y el valle de Kidron. Así fue como se construyó la enorme escalera que conduce a la entrada del edificio de los Establos de Salomón ubicado en el Monte del Templo, debajo de la meseta de la montaña.
Con el fin de evitar la destrucción del lugar donde se encontraba el Templo, se han hecho varias propuestas interesantes con respecto al futuro judío de los Establos de Salomón. Entre las ideas se encontraba la proposición de fundar una sinagoga o plaza de oración donde la personas impuras (Temeim ) a quienes les estaría prohibido ingresar al espacio del Monte del Templo, pudieran rezar allí, ya que el área de los Establos de Salomón fue agregado al Monte del Templo en la época del rey Herodes y según ciertas opiniones, la santidad del Monte del Templo no se aplicaría a dicho sitio. Este tipo de sinagoga podría seguir utilizándose incluso cuando se construya el gran Beit HaMikdash
Luego de este negligente suceso de parte del Waqf y después de muchas luchas, en el año 2004, el Dr. Gabriel Barkay, Yitzjak Dvira y Eran Yardeni establecieron el Proyecto de Tamizado del Monte del Templo en el Parque Nacional Emek Tzurim al pie del Monte Scopus, para investigar y rescatar los hallazgos antiguos enterrados en la tierra que se tiró.
El cribado de la tierra extraída del Monte del Templo permitió asombrosamente actualizar descubrimientos que datan de todas las épocas, desde el primer Templo hasta nuestros días. Entre estos hallazgos, los más reconocidos por su importancia son:
En las excavaciones del valle de Tzurim se descubrió una bulla, un sello hecho de arcilla. Esta bulla estaba impresa en bolsas que podían contener oro o plata y por lo tanto, debían sellarse cuando se abrían. El sello estaba grabado en el anillo de la persona que deseaba enviar este paquete y cuyo nombre, conservado parcialmente, podía leerse así: “[De Gad] Lihou/ [hijo de] Imar”.
De hecho, se sabe que la familia Imar fue una familia de Sacerdotes o Cohanim en Jerusalén al final del período del Primer Templo y al comienzo del Segundo Templo, época en la que los judios comenzaron a regresar a Tzión.
Esta bulla es la evidencia arqueológica más antigua de la actividad administrativa que tuvo lugar en el Monte del Templo durante el período del Primer Templo e incluso puede tener una conexión directa con el Templo ya que un miembro de una familia de Cohanim lo utilizó para firmar.
Otro descubrimiento que ha suscitado gran emoción entre nosotros es el de una rara moneda de plata que fue acuñada en el primer año de la gran revuelta de Judea contra los romanos, en el año 66 d.C. En el anverso de la moneda se dibuja una rama con tres granadas, junto a la inscripción “Santa Jerusalén” escrita en escritura hebrea antigua. En el reverso de la moneda hay una copa del “Omer”, junto a la inscripción: “Medio siclo”. De hecho, las monedas de “medio siclo” fueron utilizadas por todo Israel, tanto ricos como pobres, para participar en las cuotas anuales del Templo, de acuerdo con la mitzvá mencionada en la parashá de Ki Tisá, en el libro de Shemot (30, 13- 15):
“Esto entregará todo el que pase entre los contados: un medio siclo del siclo sagrado – el siclo es veinte guerá-, un medio siclo como porción separada para el Eterno. Todo el que pase entre los contados de veinte años para arriba, entregará la porción separada al Eterno. El rico no aumentará, ni el pobre disminuirá de un medio siclo, al entregar la porción separada al Eterno, para expiar por las almas de ustedes”
Durante la época del Segundo Templo, el Shekel Tsuri o cicla de Tiro se usaba como moneda por valor de medio shekel, pero durante la Gran Revuelta judía, los medios shekels hebreos reemplazaron al Shekel Tsuri; de ahí la singularidad de esta moneda. Este tipo de moneda se descubrió por primera vez y tenía que encontrarse aquí, en el mismo Monte del Templo. ¿A quién entonces crees que pertenecía esta moneda?
Otro espectacular y bello descubrimiento, es el del opus sectile, que son piedras de colores cortadas según diferentes formas geométricas. Cuando las piedras del opus sectile se colocaron juntas para formar el piso del Templo y los patios, aparecieron diversas composiciones y ricos patrones geométricos, haciendo que el Templo de Hashem en Jerusalén fuera espectacular en su belleza. En sus descripciones del Templo de Jerusalén, el historiador Flavio José se refiere a ellos de la siguiente manera:
“Y todo el lugar bajo el cielo estaba hecho de piedras de colores, piedras de todo tipo”.
Las tumbas de la familia hachemita
Ubicación: al lado de las tumbas próximas del Muro de los lamentos
Nos ubicamos cerca del centro del muro occidental del Monte del Templo. Dentro del propio Muro de los Lamentos hay una hilera de tumbas de algunos gobernantes o líderes árabes de los últimos cien años.
En el año 1931, Sharif Hussein Ben Ali, el jerife de La Meca, perteneciente a la 48.ª generación del profeta Mahoma y padre de la dinastía hachemita, fue enterrado aquí tras acuerdos con las autoridades británicas; sus hijos recibieron el control de Irak y Jordania. Su único hijo, Faisal, llamado así por la Puerta de Faisal en el muro norte del Monte del Templo, se convirtió en rey de Irak y el hijo menor de este, Abdullah, fue designado emir y luego coronado rey de Transjordania en el Reino de Jordania. La tumba del jerife Hussein está decorada con banderas jordanas, una corona y una lista de sus títulos.
Veinte años más tarde, su hijo, Abdullah I, rey de Jordania, que fue sido asesinado en el Monte del Templo por un opositor palestino durante su visita a Jerusalén en 1951, fue enterrado aquí, frente a su joven nieto, Hussein, quien sería rey de Jordania durante casi 50 años.
La idea de ser enterrado en el Monte del Templo se ha convertido verdaderamente en una institución bajo la influencia de una hostil y antisemita familia de Jerusalén, la familia al-Husseini. El gran iniciador de los entierros allí fue el Mufti de Jerusalén, Haj Amin al-‘Husseini, que quiso hacer del Monte del Templo el símbolo del movimiento nacional árabe-palestino y fortalecer así el vínculo que el mundo árabe mantiene con el Monte del Templo al tener varias personalidades importantes de la región enterradas allí. Cabe remarcar que Haj Amin tomó parte activa en los pogromos contra los judíos en la tierra de Israel y en los países árabes a principios del siglo XX y que, incluso entrenó a soldados musulmanes que se alistaron en el ejército nazi y en grupos de las SS para facilitar el éxito de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.
Haj Amin murió después de la Guerra de los Seis Días e, irónicamente, no fue enterrado en el Monte del Templo.
El primero en ser enterrado aquí fue Musa Kazem al-‘Husseini, alcalde de Jerusalén hasta 1920, cuando Musa Kazem finalmente fue destituido como alcalde tras su participación en los disturbios en la aldea de Nabi Musa que llevaron a pogromos contra la comunidad judía de Israel. Hasta su muerte en 1934, Musa Kazem en particular dirigió el comité ejecutivo árabe y trató de influir en las autoridades británicas para prevenir y restringir la inmigración judía a Israel.
Cerca de la tumba de Musa Kazem está enterrado su hijo, Abd al-Qader al-Husseini, que participó activamente en las revueltas árabes de 1936-1939 antes de verse obligado a huir a Irak. En vísperas de la guerra de independencia tras la declaración de la ONU proclamando la creación del Estado de Israel, el 29 de Iyar de 1947, él regresa a Israel, con el objetivo de liderar las fuerzas árabes que habían combatido en Jerusalén contra los asentamientos judíos de la zona. Entre otras cosas, fue quien comandó el famoso ataque de Gush Etzion que obligó al distrito de Jerusalén a enviar el “convoy 35” para socorrer al Gush; luego luchó contra las fuerzas del Palmaj en Bab al-Wad en el camino a la ciudad de Jerusalén. Fue asesinado en las batallas del Castel y enterrado en el Monte del Templo en un funeral popular. El funeral de Abd al-Qader fue tan popular que todos los combatientes y todos los miembros de los pueblos árabes cercanos a Jerusalén abandonaron sus puestos, por lo que el Palmaj pudo apoderarse del Castel.
Después de más de una generación, el hijo de Abed al-Qader, Faisal al-‘Husseini, un alto funcionario de Fatah que estaba a cargo de los asuntos de Jerusalén en la Autoridad Palestina, fue enterrado aquí. Murió durante la segunda Intifada en 2001, y su funeral también fue muy popular, por lo que no se pudo evitar su entierro en el Monte del Templo.
Después de la muerte del presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, algunos exigieron que su cuerpo fuera enterrado aquí, lo que finalmente no sucedió.
Esta fila de tumbas de gobernantes árabes en el Monte del Templo nos hace reflexionar sobre la pregunta, ¿está permitido que se entierre a los muertos aquí en el Monte del Templo?
A pesar de la santidad del Monte del Templo, Maimónides escribe en su “Hiljot Beit haBejirá”:
“Un cadáver puede ser llevado al Monte del Templo y alguien que ha contraído impureza por un muerto (tumat met) definitivamente puede entrar allí.”
La fuente de la decisión de Maimónides se encuentra en una Mishná y en el Talmud:
“A una persona que contrajo tumá por estar en contacto con un muerto se le permite entrar en el campamento de los Levitas y esto no solo se dijo sobre una persona que adquirió impureza de un muerto, sino también sobre el propio cadáver (puede ser llevado allí). Como está dicho: “Y Moshé tomó con él los huesos de Yosef”, “con él”, es decir, “ en su división ”.
Moshé Rabenu llevó consigo el ataúd de Yosef al campamento de los Levitas, de aquí aprendemos que los muertos y aquellos que han contraído “tumat met” pueden entrar al campamento de los Levitas. Hoy en día, el Monte del Templo tiene el mismo estatus que el del campamento de los Levitas, aunque a simple vista pueda parecer extraño que un muerto esté en el Monte del Templo, cabe señalar que, en el pasado, si había una necesidad pública nacional, era posible llevar a una persona muerta al Monte del Templo como parte de su funeral. Pero un entierro en la montaña, ¡no! Porque la impureza de los muertos puede impedir que la gente se acerque a realizar sus sacrificios o “korbanot”.
La primera Mishná del tratado Shekalim trata de los actos que solían realizarse al final del invierno en vista de la llegada del pueblo de Israel al Templo para la época de Pesaj: “se reparaban los caminos, las calles y las Mikvaot (Piletas para el baño ritual), se realizaba todo lo necesario para las necesidades del público y se anunciaba los lugares de las tumbas”.
Se preocupaban por las necesidades de agua de lluvia y lo necesario para la purificación de los que iban al Templo para las festividades: para que el camino que conducía a Jerusalén les fuera cómodo, que las piletas rituales o mejor conocidas como Mikvé que se encontraban en el camino fueran aptas para el ritual de inmersión de los peregrinos que subían a Jerusalén. Se destacaba la presencia de las tumbas a lo largo del camino, para que quienes acudían al Templo en las fiestas no quedarán impuros o con “Tumát hamet” accidentalmente al haber estado cerca o en contacto con un muerto. La peregrinación al Templo (o Aliá lareguel) requería estar alerta y ser consciente de la presencia de la impureza de los muertos y sus tumbas, por lo que ciertamente no había tumbas en el Monte del Templo.
Las puertas de Juldá / Oren Sapir
Ubicación: Centro Davidson
En la parte Sur de la explanada del Monte del Templo, dos pasajes descienden por debajo del nivel de la misma, alcanzan el muro Sur y finalmente se vuelven a elevar para llegar a las puertas de Juldá. Estos antiguos pasajes fueron utilizados originalmente por todos los que llegaban al Templo para las fiestas, la gente entraba al Monte del Templo desde el Sur y es probable que estas puertas también sirvieran como entradas principales del Har HaBait o Monte del Templo y al Templo mismo.
Estos dos pasajes se pueden identificar fácilmente:
El primero está frente a la Mezquita de Al-Aqsa en la parte superior de una escalera rodeada por una valla verde y desciende hasta las puertas dobles. Actualmente, dentro de este pasaje, se pueden divisar cúpulas decoradas con patrones geométricos que datan del período tardío del Segundo Templo. El otro pasaje, al Este del mismo, está cerca del bosque y ahora está cubierto con una estructura de chapa y se une a la puerta triple en el muro Sur del Monte del Templo.
La expresión “las puertas de Juldá” aparecen en un tratado de la Mishná de Midot para designar las puertas ubicadas en la ladera Sur de la montaña: “Las dos puertas de Juldá al sur sirven como entrada y salida.”
Es posible, sin embargo, que esta Mishná describa las puertas del antiguo muro Sur, antes de la ampliación del Monte del Templo por el rey Herodes, pero, en cualquier caso, el nombre dado a las puertas del sur del Monte del Templo siguió siendo “las puertas de Juldá”.
“Las dos puertas de Juldá al Sur sirven como entrada y salida…”.
La Mishná continúa describiendo cómo los peregrinos entraban en el Monte del Templo y en el Templo: “Quien entra en el Monte del Templo entra por la derecha, da la vuelta y sale por la izquierda”, es decir, explican que las dos puertas de Juldá seguramente fueron utilizadas por todos los que iban al Monte del Templo, ya sea para entrar o para salir de él, entrando por la puerta de la derecha, la oriental, la puerta triple. Cuando llegaba al Monte del Templo, giraba a la derecha, dando la vuelta al Monte del Templo hasta que lo rodeaba por completo y terminaba su recorrido mirando hacia el muro Sur nuevamente. Luego se salía por la puerta de la izquierda, la puerta Occidental, llamada también puerta doble.
Esto se aplicaba a todos excepto a los enlutados, este daría la vuelta hacia el lado izquierdo. Por lo tanto, los que lo encontraban le preguntarían:
“¿Por qué estás dando vueltas hacia la izquierda?”
“Porque estoy en luto”, -respondía.
“Aquel que descansa en esta Casa te consuele”, – le responderían.
O en otros casos la persona respondía:
“Porque he sido condenado al ostracismo”.
“Aquel que mora en esta casa cambiará su opinión y te aceptará”. – le responderían.
De esta forma, todos los que llegaban al Templo para las fiestas se tenían que sensibilizar ante algunos de sus hermanos que iban en sentido contrario a ellos y necesitaban por tanto un gesto de consuelo o de acercamiento.
De esta manera, cada persona de Israel tenía que realizar el trabajo interior de salir de su ensimismamiento y de sus penurias personales para dirigirse al pueblo en general, al público en particular y al amigo cercano que necesitaba de su apoyo.
Algunos han asociado el nombre de las “Puertas de Juldá” con la profetisa Juldá que vivió en Jerusalén durante la época del Primer Templo. Pero otros argumentan que fue denominada así por el hecho de ser un pasaje subterráneo que recuerda a la madriguera de una rata (porque Juldá en la lengua hebrea significa rata). El ascenso a través del pasaje oscuro traía consigo una inundación de luz del sol a medida que los peregrinos salían de la rampa subterránea dirigiéndose directamente a la plaza iluminada del Monte del Templo. Los peregrinos que acudían al Templo para las fiestas salían de las tinieblas a la luz y quedaban entonces deslumbrados por el tremendo poder que emanaba de la magnífica construcción que se alzaba ante sus ojos en el centro de la explanada: el Templo de Jerusalén o mejor conocido como el gran Beit HaMikdash
Así es como el historiador Flavio Josefo (Yosef ben Matityahu), quien vivió al final del período del Segundo Templo, realiza una bella descripción del santo lugar en donde escribe que las piedras brillaban con los rayos del sol:
“De la fachada exterior [del Santuario] no faltaba nada para asombrar el alma y los ojos. Cubierto por todos lados con gruesas láminas de oro, brillaba cuando salía el sol con un resplandor de fuego, de modo que cualquiera que realmente quisiera observarlo estaría obligado a mirar hacia otro lado como se hace cuando se enfrenta a los rayos del sol. A los extraños que se acercaban a la ciudad, [el Santuario] se les aparecía de lejos como un monte cubierto de nieve, porque donde no estaba cubierto de oro, resplandecía con toda su blancura”.
La puerta de la misericordia / Pinjas Abramovich
Ubicación: La Puerta de la Misericordia
Estamos junto a “Bab el-Rajmá”, que en la lengua española significa “la Puerta de la Misericordia”, hoy en día es la única puerta construida a lo largo de todo el muro oriental del Monte del Templo. La puerta de la Misericordia no es sólo una entrada, es el edificio del “Beit Shaar” o “Casa de la puerta” en el que se encuentra en su interior una gran sala rectangular que conduce a la Puerta Doble.
La estructura de la puerta tal como la vemos hoy en día, fue construida hace unos mil cuatrocientos años, hacia finales de la época bizantina o principios de la época omeya, es decir en la antigua época musulmana. Sin embargo, aunque esta puerta data del período bizantino u omeya, un examen cuidadoso ha revelado que se encuentra sobre cimientos mucho más antiguos que probablemente se construyeron ya en el período del Segundo Templo. La Mishná en el tratado de Midot también habla de una única puerta en el muro oriental del Monte del Templo: “la Puerta de Shushan”. Es por esto que algunos identifican la Puerta de la Misericordia como un renacimiento tardío de la antigua puerta de Shushan. Sin embargo, la mayoría de los investigadores creen, que dicha puerta de la que se habla en la Mishná se hizo de tal manera que sus portones se abrían frente a las puertas del Santuario, en un lugar ubicado más al sur que la Puerta de la Misericordia.
Rab Hashtori Hapraji, en el siglo XIV más precisamente en el año 1323 escribió un tratado de leyes (halájico) relacionado con la tierra de Israel llamado “Kaftor vePeraj”. Él escribe allí que la puerta de la Misericordia data de la época del Templo y quizás incluso del primer Templo. Rab Hashtori de hecho establece un vínculo entre la Puerta Doble y las dos puertas hechas por el rey Salomón, como se enseña en el tratado de Sofrim:
“Rab Eliezer ben Horkanos dijo: El Rey Salomón (Shlomó Hamlej) vio la grandeza de los que otorgan misericordia e hizo construir dos puertas para Israel, una para los recién casados y la otra para los enlutados y los excomulgados. Y en Shabat, la gente de Jerusalén se reunía y subía al Monte del Templo para sentarse entre estas dos puertas para expresar su caridad unos a otros”.
Tradiciones similares también se mencionan en la literatura judía de los grandes viajes, así como en fuentes árabes medievales del siglo XI. Pero, este asunto se adjudica únicamente como tradición; nosotros, sin embargo, creemos que la estructura de la puerta actual se construyó muchos cientos de años después de la destrucción del Segundo Templo.
La expresión “las puertas de la Misericordia” se menciona por primera vez en escritos que datan de la época de los Geonim[1]. Un texto que se ha encontrado en la Gueniza (basura de escritos santos judíos) de El Cairo es conocido como “Tzalwat al-Abuab pi al-Quds – Oraciones desde las puertas de Jerusalén”, el cual relata sobre una costumbre judía de pasar ante las puertas de el Monte del Templo, así como el orden de las oraciones que se decían ante cada una de estas puertas. Ahora, entre estas oraciones, encontramos una que fue recitada frente al “Bab el-Rajmá”, la puerta de la Misericordia.
También es posible que en esa época, los rabinos se reunieran regularmente en la entrada de la puerta. Un grupo al que se hace referencia en los escritos de los Geonim es “el grupo de los Sabios sentados en la Puerta del Cohen”. Si esta “Puerta del Cohen” corresponde realmente a la Puerta de la Misericordia, entonces es muy probable que dicha Puerta se hubiera convertido en un lugar de oración y estudio para grupos de rabinos de la Tierra de Israel durante el período de los Geonim.
En los muros interiores de esta Puerta se han descubierto algunas inscripciones hebreas, talladas o pintadas en rojo y negro por visitantes judíos en la época medieval. Podemos leer allí, por ejemplo, la inscripción “Abraham ben Lulina jazak” que fue descubierta por Macalister en el año 1908. Esta costumbre ya había sido documentada en sus escritos por el viajero Binyamin de Tudela durante su visita a Eretz Israel en 1170:
Al parecer, en la época musulmana antigua, esta puerta estaba abierta, pero bajo la autoridad de los cruzados, sus puertas de rejas de hierro estaban cerradas y sólo se abrían en honor al paso de las procesiones cristianas, dos veces al año: el Domingo de Palmas y con motivo de la festividad de la Santa Cruz. Desde el período mameluco, las puertas de hierro de las Puertas de la Misericordia permanecieron cerradas antes de ser bloqueadas permanentemente en la época otomana por el sultán Suliman. Según una leyenda musulmana, el cierre de la puerta se habría ordenado para retrasar la venida del Mashiaj de los judíos, siguiendo la tradición según la cual, la entrada del Mashiaj y del profeta Eliahú en Jerusalén sucedería por el lado Este, o sea por la puerta de la Misericordia.
Rab Petajia de Ratisbona del siglo XII, discípulo de Rabeinu Tam, en su ensayo “Viaje del rabino Petajia” también menciona una tradición judía sobre el regreso de la “Shejiná” o Presencia Divina a Jerusalén a través de las Puertas de la Misericordia:
“En Jerusalén, se encuentra una puerta llamada la Puerta de la Misericordia (…) y existe una tradición entre los judíos de que es a través de esta puerta que la Presencia Divina se revelará y regresará. »
Esta tradición, por supuesto, deriva su origen de la profecía de Zacarias (14, 3-4):
“Entonces el Señor vendrá a hacer la guerra contra estos pueblos, como hizo la guerra en el día de la batalla. En ese día Sus pies descansarán sobre el Monte de los Olivos que mira a Jerusalén al Este…”
Es interesante notar que todos los que en la historia conquistaron la ciudad de Jerusalén entraron por el Norte. Y fue solo durante la Guerra de los Seis Días que los paracaidistas ingresaron a Jerusalén desde el Este y luego descendieron por el Monte de los Olivos. Así, el pueblo de Israel habría regresado a la ciudad de Jerusalén tomando el camino reservado para la Presencia Divina (o “Shejiná”) y al Mashiaj.
La Puerta de las Tribus y los paracaidistas. La liberación de Jerusalén / Sarah Barnea
Ubicación: La Puerta de las Tribus
La Guerra de los Seis Días comenzó el lunes 26 de Iyar del 5727- 5 de junio de 1967 a las 7:12 A.M, cuando la Fuerza Aérea de Israel atacó a la Fuerza Aérea de Egipto.
En Jerusalén, la guerra comienza en este día y termina el miércoles 7 de junio de 1967 (28 de Iyar), a la una de la tarde.
Tres brigadas de combatientes que se prepararon para liberar Jerusalén luego se enfrentaron a los jordanos:
La Brigada Harel abre el camino a Jerusalén y con esta acción, completa lo iniciado durante la Guerra de la Independencia.
La Brigada de Jerusalén lucha por Armon Hanatziv y Abu Tor, antes de llegar a la Ciudad Vieja a través de la denominada Puerta de la Basura, al Sur de la misma.
La Brigada de Paracaidistas luchan por Givat haTajmoshet, el Monte Scopus y el Monte de los Olivos y finalmente llegan a la Ciudad Vieja a través de la Puerta de los Leones al Este y a la Puerta de la Basura al Sur; es allí donde los paracaidistas se unen a la Brigada de Jerusalén.
El lunes 5 de junio, a las 9:25 A.M., el rey Hussein de Jordania declara la guerra a Israel en la radio Aman.
A las 9:40 A.M. , los ejércitos jordanos abrieron fuego a lo largo de toda la frontera que dividía la ciudad, dentro de Jerusalén. A las 11 A.M, la artillería jordana ataca Jerusalén. En duros combates de día y de noche, la Brigada de Jerusalén logra tomar posesión de Ramat Rajel, así como de Armon Hanatziv en la cima de la colina que mira hacia la Ciudad Vieja, al Sur.
Esa noche, al norte de la Ciudad Vieja, los paracaidistas luchan frente a la academia de policía y por Givat haTajmoshet y de allí descienden hacia Wadi Djoz hacia el museo Rockefeller que está en la puerta de Herodes.
El martes 6 de junio, 27 de Iyar, a las ocho de la mañana, el Museo Rockefeller fue conquistado tras intensos combates de paracaidistas al Norte de la Ciudad Vieja. Durante la noche, los paracaidistas lucharon duramente en el Monte de los Olivos y la brigada de Jerusalén finalmente tomó posesión del barrio de Abu Tor, al Sur.
Esa misma noche, Jordania tomó la decisión de retirarse de Jerusalén y no enviar refuerzos a sus fuerzas blindadas estacionadas en Jericó.
El miércoles 7 de junio, 28 Iyar, a las 8:30 horas, los paracaidistas tomaron el Monte de los Olivos durante los combates en Augusta Victoria y en el barrio de Abu-Tur. La Brigada de Jerusalén luego lucha en el Monte Tzión, al Sur. La Ciudad Vieja estaba a punto de caer.
A las 9:30 A.M., el Comando del cuartel general ordena a los paracaidistas y a la Brigada de Jerusalén que ingresen a la Ciudad Vieja de Jerusalén.
A las 9:45, los paracaidistas irrumpieron por la puerta de los leones. Y a las 10:15, la Brigada de Jerusalén y los paracaidistas entraron por la Puerta de la Basura, desde el Sur.
A las diez de la mañana, la voz de Mordejai Gur (Mota), comandante de la 55ª brigada de paracaidistas, anunció por el radio:
“A la base, aquí Talmid: ¡el Monte del Templo está en nuestras manos! Repito: ¡el Monte del Templo está en nuestras manos!…
El mismo día, a las once de la mañana, Jordania ordenó la retirada de sus tropas de Cisjordania.
La batalla por la Ciudad Vieja finalizó a las 13:00 horas.
La Brigada Harel continuó hacia el Norte hasta la ciudad de Ramala. Los paracaidistas continuaron hacia el este, hasta Jericó. Los conquistadores de Jerusalén se dirigieron entonces hacia el sur a Belén (Bet lejem), Gush Etzion y Hebrón.
Bab Juta - EL atentado en el Monte del Templo / Avia Frenkel
Ubicación: Bab el-Juta
El viernes 14 de julio del año 2017 (2 de Tamuz 5777) , a las 7:00 A.M., se produce un atentado en el Monte del Templo y dos patrulleros de la Unidad del Monte del Templo, el sargento Eyal Sitawi de la aldea de Magar y el sargento Kamil Shenan de Hurfeish, miembros de la comunidad drusa, son atacados por los terroristas.
Los terroristas, tres árabes israelíes que vivían en Um al-Fajm, ingresaron a la Ciudad Vieja a través de la Puerta de Herodes y desde allí avanzaron desarmados a pie hasta el Monte del Templo. Una vez dentro de la Mezquita de Al-Aqsa, les dieron armas y los terroristas subieron corriendo por la explanada del Templo en dirección a Bab el-Juta, la “Puerta del Perdón”, ubicada en el muro Norte del Monte del Templo. Los dos patrulleros, Eyal Sitawi y Kamil Shenan, que estaban en el Monte del Templo, estacionados en la Puerta del Perdón, fueron asesinados por los mismos y otro policía resultó herido.
Después del ataque, la entrada al Monte del Templo se cerró de inmediato, los guardias del Waqf fueron despedidos del Monte del Templo y se prohibieron las oraciones de los viernes para los musulmanes. A continuación, la policía israelí realizó un exhaustivo registro en el Monte del Templo para encontrar los lugares donde se habían ocultado las armas, ya fuera en la mezquita o en varios edificios del Monte del Templo. Finalmente, el domingo siguiente, después de que se instalarán magnetómetros (detectores de metales) en todas sus puertas para pasar los controles de seguridad de cualquier persona que ingrese al Monte del Templo, reabre sus puertas. Pero esta decisión provocó una gran manifestación en la cual el Mufti de Jerusalén, Mohamed Ahmad Hussein, emitió una fatwa, una decisión legal religiosa musulmana que prohíbe a los musulmanes ingresar al Monte del Templo hasta que se retiren los detectores de metales.
La ola de violencia proveniente de los musulmanes culminó con una infiltración con robo a mano armada en el asentamiento de Nevé Tzuf, durante el cual fueron asesinados tres miembros de la familia Salomón: el padre, Yossi, su hijo, Elad y la hija, Jaya. Otro atentado perpetrado contra la embajada de Israel en Jordania, en el que resultó herido un guardia de seguridad. La crisis que luego estalló en las relaciones diplomáticas entre Israel y Jordania finalmente condujo a la decisión de Israel de retirar los detectores de metales de las puertas del Monte del Templo, dejando a los musulmanes libres para ingresar al complejo del Monte del Templo sin ningún control de seguridad.
Durante el breve período en que el recinto del Monte del Templo estuvo vacío de musulmanes, se realizaron cambios importantes en las visitas de los judíos al Monte del Templo. Los guardias del Waqf, que estaban acostumbrados a escoltar a grupos de peregrinos judíos al Monte del Templo y les impedían recitar cualquier oración o movimiento considerado como oración, ya no podían escoltar a los que ascendían al Monte del Templo. Fueron obligados a permanecer a distancia de los grupos de judíos y se les impidió cualquier posibilidad de supervisar sus pasos, los movimientos de sus labios o cualquier recitación hecha en el grupo.
Los que peregrinan al Monte del Templo recuerdan a los dos oficiales Haiel y Kamil, quienes, como parte de sus deberes, cuidaron las visitas de los judíos al Monte del Templo y escoltaron a los peregrinos al Monte.
La Puerta de las Cadenas / Oren Sapir
Ubicación: parte exterior de la Puerta de las Cadenas
La Puerta de las Cadenas es la puerta de salida habitual para los visitantes judíos al Monte del Templo.
La puerta está decorada con esculturas de piedra que datan de la Edad Media, y se encuentra al final de la calle Chain o en hebreo Shalshelet , la cual es la prolongación de la calle David que baja desde la Puerta de Yafo, al famoso mercado árabe. La calle está construida sobre un sistema de arcos que cruza el valle central de la ciudad, la calle Al-Wad, que parte del Muro de los Lamentos (Kotel HaMaaravi) y conecta la Puerta de la Basura con la Puerta de Damasco, de Sur a Norte.
El eje de circulación de la calle Chain o Shalshelet, que desciende de Oeste a Este, la ha convertido desde la antigüedad en una de las calles principales de la ciudad de Jerusalén. Muchos investigadores creen que donde se ubica esta calle también pasaba una calle principal durante el período del Segundo Templo, al final de la cual había una gran puerta que conducía al Monte del Templo y al Templo mismo.
La entrada a la puerta se levanta sobre un enorme arco en el valle central que cruza la explanada del Muro Occidental. El Arco de Wilson debajo de nosotros ha sido recientemente objeto de un extenso estudio y su construcción se ha fechado con certeza en las últimas décadas del período del Segundo Templo. Algunos investigadores creen que en la época del Segundo Templo era posible llegar al arco por una escalera que subía desde el nivel de la calle de abajo, donde hoy se encuentra la explanada del Kotel haMaaravi. Por lo tanto, la puerta servía como entrada hacia o desde el Monte del Templo para todos los que venían de las alturas de la ciudad de Jerusalén.
A diferencia de las otras puertas del Monte del Templo, no hay duda de que la Puerta de las Cadenas se encuentra ubicada donde estaba esta misma antigua puerta en los días del Segundo Templo, por lo que su existencia conserva una ubicación exacta.
Se puede notar que la apertura de la puerta por la cual salimos del Monte del Templo es una de estas dos puertas y que junto a ella hay otra puerta cerrada. Esta puerta, como otras puertas de esta época que se reconocen bien por su estilo, es una puerta de dos accesos. Por lo tanto, podemos hipotetizar que, en una puerta con dos aberturas, la abertura de la derecha servía de entrada y la de la izquierda de salida. Porque, todo el que entraba en el Monte del Templo giraba a la derecha al entrar y daba la vuelta al Templo por la derecha.
Otras características arquitectónicas aluden a los antiguos orígenes de esta puerta. Si se presta atención a la gran piedra que se encuentra en el pilar entre las dos entradas, se divisa un estilo de diseño sobre la estructura, parecido al estilo arquitectónico del Monte del Templo típico de la época del Segundo Templo, tal como ocurre también con otros magníficos edificios de la misma época, en Jerusalén y fuera de ella. Sin embargo, las piedras que están debajo de las piedras grandes no son de la misma época; esta es más tardía que esta piedra antigua, que quizás fue sacada de otra construcción, fue colocada sobre estas piedras. Pero esta piedra única, conserva rastros del diseño más antiguo de los muros del Monte del Templo que aquellos que llegaban al Templo para las festividades pudieron ver con sus propios ojos cuando pasaron por aquí.
Cuando salimos del Monte del Templo para llegar a la calle del mercado, el ambiente cambia por completo: pasamos en un solo instante de la explanada del Templo y el Santuario, al bullicio del mercado y la ciudad. Pero imaginándonos lo contrario, que era natural que los peregrinos durante los días del Templo pasaran del bullicioso mercado con los gritos y chillidos de los vendedores y el ruido de la ciudad, a una explanada dedicada a lo sagrado, donde, según la Mishná, estaba prohibido el ingreso de herramientas que no tenían ningún propósito, prohibido llevar bolsas o carteras, ya que éste era un sitio que prohibía la actividad comercial. Pasar de la actividad cotidiana, y material, a envolverse en el acercamiento a Di-s, el rezo, lo espiritual y los sacrificios.
Las puertas de entrada están pintadas de verde, al igual que las otras puertas del Monte del Templo y las luces sobre los minaretes. El verde es el color del islam, un color que indica a los habitantes del desierto la existencia de un oasis cercano, el color de la vida que crece alrededor de una fuente de agua. No sabemos de qué color estaban pintadas las puertas en la época del Templo, pero la Mishná describe que la forma de las puertas era siempre la misma: un gran rectángulo hecho de grandes piedras y que permitía una gran entrada. Sin embargo, cuanto más anchas sean las entradas, más fácil y agradable será la entrada y salida, sin colas y sin contratiempos.
Era por este motivo que el Monte del Templo era un lugar de fácil acceso y su entrada era cómoda para todos los que subían al mismo y entraban al Templo, tanto los habitantes del país, así como los extranjeros, fueran judíos o no.
“Los llevaré a Mi monte santo, los llenaré de alegría en Mi casa de rezo, sus holocaustos y demás sacrificios serán bienvenidos sobre Mi altar. Porque, Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. (Yeshaya 56, 7)